China: entre la aspiración de potencia y el socialismo
Por: Luis Gárate
Mientras la República Popular China se alista a la realización de las Olimpiadas en su capital Beijing, arrecia una campaña mundial que acusa al gobierno chino de reprimir a las fuerzas que aprovechando la coyuntura, piden más autonomía o hasta la independencia de la región del Tíbet.
Más allá del hecho, la mayoría de medios comerciales, líderes políticos, empresariales y analistas mundiales coinciden en caracterizar la situación económica actual de China como un nuevo milagro asiático y como uno de los principales motores de la economía mundial.
En el Perú, Alan García no ha dudado en plasmar en blanco y negro su cerrada defensa del Estado chino frente a lo que considera una "campaña de desprestigio" de parte de algunas "redes interesadas" en detener el impresionante avance del gigante asiático.
No nos debe sorprender la actitud oportunista de García. Por un lado, busca congraciarse con Estados Unidos presentándose como cabecera de playa de sus intereses en Sudamérica y celebrando discutibles medidas como la independencia de la provincia serbia de Kósovo. Antes, se disculpó con el imperio japonés por la poca prioridad que se dieron a las relaciones con Tokio, perturbadas - recordemos- por la protección japonesa a su súbdito, el entonces prófugo Alberto Fujimori.
Ahora sin ningún empacho García defiende el "pragmatismo" de la política exterior de la dirigencia china, argumentando que es un ejemplo ya que no ponen reparos en matices ideológicos o políticos al momento de priorizar la presencia de sus capitales y sus intereses estatales. Lo que el presidente peruano busca, claro está, es poner nuestro país en la bandeja de "socio estratégico" para ser inundados por los capilares chinos.
Sin pretensiones de pontificar, si nos debe llamar la atención el tema de la relación entre la concepción del Estado-nación, su política exterior y la base ideológica que sustenta un régimen político. En esa línea, analizar el perfil que está adquiriendo China en el escenario internacional.
En el caso chino, en el que gobierna el Partido Comunista de China (PCCH) desde la victoria revolucionaria de 1949, se trata de un inmenso estado con más de 1300 millones de habitantes, con una mayoría étnica Han y minorías nacionales que coexisten bajo la conducción del PCCH y representadas en instancias como la Asamblea Nacional Popular.
Hoy gobierna una dirección colectiva presidida por Hu Jintao bajo la orientación política heredada de los ex presidentes, el pragmático Deng Xiaoping y de Jiang Zemin con su tesis de la triple representatividad.
No cabe duda que la dirección del Partido Comunista está abocada a hacer de la RPCH una gran potencia, al fortalecimiento de la presencia china en la arena internacional, con una política exterior que ha abandonado la búsqueda de influencia ideológica por una que pone en primer lugar la atracción de inversión extranjera y la apertura de mercados.
Las prioridades del Estado chino son afirmar su presencia en espacios como la Organización Mundial de Comercio, el G8 y foros como el APEC, y acrecentar su flujo de inversiones en zonas como África y América Latina, que tienen abundantes recursos energéticos y materias primas (ej. minerales).
EL PCCH sostiene la tesis de que se encuentran en la etapa primaria de la construcción del socialismo con características chinas. En esa línea el país esta embarcado en una expansión de la producción industrial y de nuevas tecnologías. Las cifras hablan de más del 50 por ciento de la producción en manos de la propiedad privada, cifra que iría en los próximos años en crecimiento.
El año pasado, ante más de 2.200 delegados en el XVII Congreso Nacional del PCCH, el presidente Hu Jintao habló de la aspiración a una "sociedad modestamente acomodada" como una que goce de una mayor participación per cápita en el consumo con respecto al producto interno bruto (PIB), con una democracia de nivel básico mejorada, con crecimiento de la industria cultural, en la que se ponga en marcha básicamente la educación durante toda la vida, con seguridad social disponible tanto para los residentes urbanos como para los rurales, con un patrón razonable y ordenado de distribución de ingresos y con un concepto de la civilización en lo ecológico que promueva la producción y consumo eficientes en energía y recursos." (Fuente: Diario del pueblo)
Gobernar un país de esas dimensiones acarrea una gran responsabilidad y definiciones estratégicas. Algunos pasos en ese rumbo fueron la aceptación de la propiedad privada en igual de reconocimiento que la propiedad pública en el 2007, y la reciente aprobación de normas para protección de la propiedad intelectual, que apuntan a insertar a China al sistema de mercado mundial y garantizar la seguridad de los capitales transnacionales y de la creciente acumulación de capital chino.
En otro escenario, China promueve espacios como La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) es una organización intergubernamental fundada el 14 de Junio de 2001 junto a Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, con miras a fortalecer políticas de seguridad regional.
La dirigencia china tiene claro que a la RPCH le corresponde jugar un papel central en la política mundial, y que aún le faltan algunos elementos para afirmar ese papel. Al Perú le corresponde establecer con claridad su política exterior, que debería ser de respeto mutuo y cooperación en la búsqueda de la multipolaridad global, pero sin hipotecar nuestros recursos naturales y biodiversidad, o los derechos de los trabajadores. Esto nos demanda a estar atentos a las próximas negociaciones para alcanzar acuerdos de libre comercio con China.
El camino chino está trazado por un crecimiento económico sostenible superior al 10 por ciento, un elevado desarrollo tecnológico y un poderío militar creciente. China parece distanciarse cada vez más del pensamiento de Mao Tsetung y como sostienen algunos, acercarse más a un capitalismo con una fuerte presencia estatal. La construcción del socialismo con características chinas, en la que se ratifica el Partido Comunista, dependerá del rumbo que adquiera el régimen de propiedad sobre los medios de producción, la lucha de clases y la correlación de fuerzas que, de ser favorable a los trabajadores, puede conducir a China a ser un estado aún más próspero y con justicia social.
12 de abril 2008
Por: Luis Gárate
Mientras la República Popular China se alista a la realización de las Olimpiadas en su capital Beijing, arrecia una campaña mundial que acusa al gobierno chino de reprimir a las fuerzas que aprovechando la coyuntura, piden más autonomía o hasta la independencia de la región del Tíbet.
Más allá del hecho, la mayoría de medios comerciales, líderes políticos, empresariales y analistas mundiales coinciden en caracterizar la situación económica actual de China como un nuevo milagro asiático y como uno de los principales motores de la economía mundial.
En el Perú, Alan García no ha dudado en plasmar en blanco y negro su cerrada defensa del Estado chino frente a lo que considera una "campaña de desprestigio" de parte de algunas "redes interesadas" en detener el impresionante avance del gigante asiático.
No nos debe sorprender la actitud oportunista de García. Por un lado, busca congraciarse con Estados Unidos presentándose como cabecera de playa de sus intereses en Sudamérica y celebrando discutibles medidas como la independencia de la provincia serbia de Kósovo. Antes, se disculpó con el imperio japonés por la poca prioridad que se dieron a las relaciones con Tokio, perturbadas - recordemos- por la protección japonesa a su súbdito, el entonces prófugo Alberto Fujimori.
Ahora sin ningún empacho García defiende el "pragmatismo" de la política exterior de la dirigencia china, argumentando que es un ejemplo ya que no ponen reparos en matices ideológicos o políticos al momento de priorizar la presencia de sus capitales y sus intereses estatales. Lo que el presidente peruano busca, claro está, es poner nuestro país en la bandeja de "socio estratégico" para ser inundados por los capilares chinos.
Sin pretensiones de pontificar, si nos debe llamar la atención el tema de la relación entre la concepción del Estado-nación, su política exterior y la base ideológica que sustenta un régimen político. En esa línea, analizar el perfil que está adquiriendo China en el escenario internacional.
En el caso chino, en el que gobierna el Partido Comunista de China (PCCH) desde la victoria revolucionaria de 1949, se trata de un inmenso estado con más de 1300 millones de habitantes, con una mayoría étnica Han y minorías nacionales que coexisten bajo la conducción del PCCH y representadas en instancias como la Asamblea Nacional Popular.
Hoy gobierna una dirección colectiva presidida por Hu Jintao bajo la orientación política heredada de los ex presidentes, el pragmático Deng Xiaoping y de Jiang Zemin con su tesis de la triple representatividad.
No cabe duda que la dirección del Partido Comunista está abocada a hacer de la RPCH una gran potencia, al fortalecimiento de la presencia china en la arena internacional, con una política exterior que ha abandonado la búsqueda de influencia ideológica por una que pone en primer lugar la atracción de inversión extranjera y la apertura de mercados.
Las prioridades del Estado chino son afirmar su presencia en espacios como la Organización Mundial de Comercio, el G8 y foros como el APEC, y acrecentar su flujo de inversiones en zonas como África y América Latina, que tienen abundantes recursos energéticos y materias primas (ej. minerales).
EL PCCH sostiene la tesis de que se encuentran en la etapa primaria de la construcción del socialismo con características chinas. En esa línea el país esta embarcado en una expansión de la producción industrial y de nuevas tecnologías. Las cifras hablan de más del 50 por ciento de la producción en manos de la propiedad privada, cifra que iría en los próximos años en crecimiento.
El año pasado, ante más de 2.200 delegados en el XVII Congreso Nacional del PCCH, el presidente Hu Jintao habló de la aspiración a una "sociedad modestamente acomodada" como una que goce de una mayor participación per cápita en el consumo con respecto al producto interno bruto (PIB), con una democracia de nivel básico mejorada, con crecimiento de la industria cultural, en la que se ponga en marcha básicamente la educación durante toda la vida, con seguridad social disponible tanto para los residentes urbanos como para los rurales, con un patrón razonable y ordenado de distribución de ingresos y con un concepto de la civilización en lo ecológico que promueva la producción y consumo eficientes en energía y recursos." (Fuente: Diario del pueblo)
Gobernar un país de esas dimensiones acarrea una gran responsabilidad y definiciones estratégicas. Algunos pasos en ese rumbo fueron la aceptación de la propiedad privada en igual de reconocimiento que la propiedad pública en el 2007, y la reciente aprobación de normas para protección de la propiedad intelectual, que apuntan a insertar a China al sistema de mercado mundial y garantizar la seguridad de los capitales transnacionales y de la creciente acumulación de capital chino.
En otro escenario, China promueve espacios como La Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) es una organización intergubernamental fundada el 14 de Junio de 2001 junto a Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, con miras a fortalecer políticas de seguridad regional.
La dirigencia china tiene claro que a la RPCH le corresponde jugar un papel central en la política mundial, y que aún le faltan algunos elementos para afirmar ese papel. Al Perú le corresponde establecer con claridad su política exterior, que debería ser de respeto mutuo y cooperación en la búsqueda de la multipolaridad global, pero sin hipotecar nuestros recursos naturales y biodiversidad, o los derechos de los trabajadores. Esto nos demanda a estar atentos a las próximas negociaciones para alcanzar acuerdos de libre comercio con China.
El camino chino está trazado por un crecimiento económico sostenible superior al 10 por ciento, un elevado desarrollo tecnológico y un poderío militar creciente. China parece distanciarse cada vez más del pensamiento de Mao Tsetung y como sostienen algunos, acercarse más a un capitalismo con una fuerte presencia estatal. La construcción del socialismo con características chinas, en la que se ratifica el Partido Comunista, dependerá del rumbo que adquiera el régimen de propiedad sobre los medios de producción, la lucha de clases y la correlación de fuerzas que, de ser favorable a los trabajadores, puede conducir a China a ser un estado aún más próspero y con justicia social.
12 de abril 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario