La JotaCé y la organización política- sindical de los trabajadores jóvenes
Por Luis Gárate
En las últimas elecciones generales la izquierda tuvo propuestas avanzadas pero no pudo convertirse en una opción política para los jóvenes, ¿Por qué? Entre otras cosas por que la política ha perdido la capacidad de representar a las clases sociales y se ha convertido (por la derecha) en un concurso de eslóganes y estrategias publicitarias, con altas dosis de clientelismo.
Para nosotros, jóvenes de izquierda, comunistas, es necesario retomar nuestro legado y misión histórica. En ese sentido, la Juventud Comunista del Perú- Patria Roja es un nivel de organización de los jóvenes dentro de un proyecto político, el Partido Comunista del Perú, que lucha por construir a nivel nacional y mundial el socialismo, una sociedad sin clases y donde la democracia sea la participación real del pueblo en el control del poder.
La JotaCé tiene entre sus principales tareas el organizar entre este sector generacional de la población a los elementos más avanzados de los trabajadores, los campesinos, los estudiantes y los profesionales para formarlos políticamente en la lucha cotidiana, desde la organización estudiantil, sindical, así como en la lucha ideológica y programática frente a las opciones de derecha.
Debemos recordar que ante todo, como comunistas, somos una organización que debe organizar al proletariado, es decir, a los trabajadores que reciben un salario de los dueños de una gran empresa, los burgueses, por la labor que desempeñan, ayudando a difundir la conciencia de clase, es decir, el entendimiento de que como proletarios son los productores y dueños finales de la riqueza producida por la empresa. La empresa puede ser una fábrica, (textiles, plásticos, comestibles, etc.) una constructora, o una empresa de servicios (por ejemplo, las agencias de diseño gráfico, una empresa de limpieza, una cadena de restaurantes, un supermercado, o en el transporte, las líneas de combis).
Carlos Marx nos mostró que en la sociedad capitalista en que vivimos existe la lucha de clases, es decir, el permanente antagonismo y pugna de intereses entre las clases propietarias de los medios de producción (empresas) frente a los proletarios (los que venden su fuerza de trabajo a los burgueses) y otros sectores excluidos. En ese contexto, la lucha de los trabajadores frente a la burguesía se canaliza a través de sus gremios, que son por excelencia los sindicatos.
El sindicato es una asociación de trabajadores de frente único, es decir, cuyo objetivo central es la defensa de los intereses de todos los trabajadores y donde pueden confluir diversas corrientes de pensamiento. Recordemos, por la historia, que los comunistas y socialistas han sido los más consecuentes defensores de los intereses de los trabajadores.
Pero si bien es cierto los comunistas debemos ser los mejores organizadores de los trabajadores, y por ende, dirigentes decididos en la conducción de los sindicatos, podemos caer en el economicismo, es decir, solo en la lucha reivindicativa. Nos corresponde por eso promover la educación clasista y la formación política de los trabajadores, para que sean actores principales de la lucha por el cambio social.
Sin embargo, con el pretexto de la globalización de la economía y las tecnologías, los capitalistas y sus voceros nos venden la idea de que la lucha de clases ha desaparecido, que ahora los trabajadores son socios de las empresas, o que podemos ser nuestros propios jefes, que todos debemos ser empresarios. Detrás de todo ese bombardeo de discursos, como los de Miguel Ángel Cornejo, o las estrategias de Wong para endulzar a sus trabajadores con juegos y corsos, la explotación sigue existiendo en la falta de derechos y la apropiación de las utilidades.
Lo cierto es que en nuestro país existen miles de trabajadores, de proletarios, que no están organizados. Cuando los trabajadores, como los de la empresa Topy Top o Kola Real deciden formar sus sindicatos, son inmediatamente despedidos con argucias legales, que son la mayoría de veces permitidas por el gobierno pro capital de Alan García. También están aquellos trabajadores independientes, aquellos que hacen trabajos eventuales o que están en el comercio ambulatorio, que sin ser por definición proletarios, requieren también de un nivel de organización.
En el mundo hay países altamente desarrollados (Ej. Europa y Norteamérica) donde los capitalistas, tras históricas luchas obreras, hicieron muchas concesiones y el nivel de vida y derechos sociales de los trabajadores alcanzaron altos niveles. Sin embargo, a pesar la creciente expansión de las empresas y el desarrollo de la tecnología, el capitalismo está generando más concentración de la riqueza en menos manos, y cada vez aumenta la tendencia de quitarle derechos a los trabajadores como pretexto de la alta competencia mundial. Por eso nuestros retos son mayores. A la globalización del capital debemos anteponer la globalización de la organización de los trabajadores, levantando las banderas de sus derechos, y como plantea Carlos Tovar “Carlín” en su Manifiesto del siglo XXI, pasando a la ofensiva con luchas como la reducción de la jornada de trabajo. Nuestra lucha está planteada.
28 de febrero de 2008
Por Luis Gárate
En las últimas elecciones generales la izquierda tuvo propuestas avanzadas pero no pudo convertirse en una opción política para los jóvenes, ¿Por qué? Entre otras cosas por que la política ha perdido la capacidad de representar a las clases sociales y se ha convertido (por la derecha) en un concurso de eslóganes y estrategias publicitarias, con altas dosis de clientelismo.
Para nosotros, jóvenes de izquierda, comunistas, es necesario retomar nuestro legado y misión histórica. En ese sentido, la Juventud Comunista del Perú- Patria Roja es un nivel de organización de los jóvenes dentro de un proyecto político, el Partido Comunista del Perú, que lucha por construir a nivel nacional y mundial el socialismo, una sociedad sin clases y donde la democracia sea la participación real del pueblo en el control del poder.
La JotaCé tiene entre sus principales tareas el organizar entre este sector generacional de la población a los elementos más avanzados de los trabajadores, los campesinos, los estudiantes y los profesionales para formarlos políticamente en la lucha cotidiana, desde la organización estudiantil, sindical, así como en la lucha ideológica y programática frente a las opciones de derecha.
Debemos recordar que ante todo, como comunistas, somos una organización que debe organizar al proletariado, es decir, a los trabajadores que reciben un salario de los dueños de una gran empresa, los burgueses, por la labor que desempeñan, ayudando a difundir la conciencia de clase, es decir, el entendimiento de que como proletarios son los productores y dueños finales de la riqueza producida por la empresa. La empresa puede ser una fábrica, (textiles, plásticos, comestibles, etc.) una constructora, o una empresa de servicios (por ejemplo, las agencias de diseño gráfico, una empresa de limpieza, una cadena de restaurantes, un supermercado, o en el transporte, las líneas de combis).
Carlos Marx nos mostró que en la sociedad capitalista en que vivimos existe la lucha de clases, es decir, el permanente antagonismo y pugna de intereses entre las clases propietarias de los medios de producción (empresas) frente a los proletarios (los que venden su fuerza de trabajo a los burgueses) y otros sectores excluidos. En ese contexto, la lucha de los trabajadores frente a la burguesía se canaliza a través de sus gremios, que son por excelencia los sindicatos.
El sindicato es una asociación de trabajadores de frente único, es decir, cuyo objetivo central es la defensa de los intereses de todos los trabajadores y donde pueden confluir diversas corrientes de pensamiento. Recordemos, por la historia, que los comunistas y socialistas han sido los más consecuentes defensores de los intereses de los trabajadores.
Pero si bien es cierto los comunistas debemos ser los mejores organizadores de los trabajadores, y por ende, dirigentes decididos en la conducción de los sindicatos, podemos caer en el economicismo, es decir, solo en la lucha reivindicativa. Nos corresponde por eso promover la educación clasista y la formación política de los trabajadores, para que sean actores principales de la lucha por el cambio social.
Sin embargo, con el pretexto de la globalización de la economía y las tecnologías, los capitalistas y sus voceros nos venden la idea de que la lucha de clases ha desaparecido, que ahora los trabajadores son socios de las empresas, o que podemos ser nuestros propios jefes, que todos debemos ser empresarios. Detrás de todo ese bombardeo de discursos, como los de Miguel Ángel Cornejo, o las estrategias de Wong para endulzar a sus trabajadores con juegos y corsos, la explotación sigue existiendo en la falta de derechos y la apropiación de las utilidades.
Lo cierto es que en nuestro país existen miles de trabajadores, de proletarios, que no están organizados. Cuando los trabajadores, como los de la empresa Topy Top o Kola Real deciden formar sus sindicatos, son inmediatamente despedidos con argucias legales, que son la mayoría de veces permitidas por el gobierno pro capital de Alan García. También están aquellos trabajadores independientes, aquellos que hacen trabajos eventuales o que están en el comercio ambulatorio, que sin ser por definición proletarios, requieren también de un nivel de organización.
En el mundo hay países altamente desarrollados (Ej. Europa y Norteamérica) donde los capitalistas, tras históricas luchas obreras, hicieron muchas concesiones y el nivel de vida y derechos sociales de los trabajadores alcanzaron altos niveles. Sin embargo, a pesar la creciente expansión de las empresas y el desarrollo de la tecnología, el capitalismo está generando más concentración de la riqueza en menos manos, y cada vez aumenta la tendencia de quitarle derechos a los trabajadores como pretexto de la alta competencia mundial. Por eso nuestros retos son mayores. A la globalización del capital debemos anteponer la globalización de la organización de los trabajadores, levantando las banderas de sus derechos, y como plantea Carlos Tovar “Carlín” en su Manifiesto del siglo XXI, pasando a la ofensiva con luchas como la reducción de la jornada de trabajo. Nuestra lucha está planteada.
28 de febrero de 2008
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