lunes, 31 de mayo de 2010

La desvergüenza de la derecha


Se demuestra la farsa de la disyuntiva entre “éticos” y “corruptos”
Justificar a ambos ladosPor Luis Gárate
31-05-10

La campaña electoral para los comicios municipales está demostrándole el grado de desvergüenza que tienen algunos políticos con tal de alcanzar el ansiado sillón edilicio.


Esta desesperación ha generado el desbande, en particular, en las fuerzas de la derecha. Primero Lourdes Flores y los medios de comunicación pretendieron presentarla como la candidata “decente” frente a la figura “corrupta” y “montesinista” del ex presidente regional del Callao Alex Kouri.


Recordemos que un gran número de alcaldes distritales en Lima ganaron gracias al arrastre de la figura de Luis Castañeda en el 2007, y ahora no han tenido reparos en subirse el coche del “corrupto” Alex Kouri por un lado, y por otro al de la “decente” Lourdes Flores, según sus conveniencias.


Luego Lourdes apareció criticando la incorporación de Kouri y compañía al partido “alquilado” de José Barba. Así el debate giró en las últimas semanas en torno al escándalo del famoso partido “vientre de alquiler” en referencia a la agrupación- membrete Cambio Radical, del tristemente célebre Barba Caballero.


Ahora Lourdes nos sorprende con el anuncio de la incorporación del Carlos Burgos Horna, cuestionado alcalde de San Juan de Lurigancho a las filas de Unidad Nacional, membrete electoral del PPC. El señor Burgos hasta hace unos días había empapelado su distrito con su rostro junto al de Alex Kouri, y hace solo unos meses lo hacía junto al alcalde de Lima Luis Castañeda por el Partido Solidaridad Nacional (con el que Burgos llegó a la alcaldía).


Hasta hace poco Carlos Burgos buscó impedir el mitin de lanzamiento de la candidatura de Lourdes en San Juan, donde por cierto la candidata del PPC presentó con bombos y platillos al señor Mauricio Rabanal como candidato de su agrupación para competir con Burgos.


Es decir, el oportunismo más desembozado. Una vulgar muestra de por qué la derecha peruana es incapaz de institucionalizarse y de asumir con más coherencia la representación que pretende de las clases dominantes y de sectores medios.


De esta manera el PPC y Lourdes nos demuestran que son un grupo oportunista más de este escenario circense en el que se ha convertido la política peruana. Un escenario donde reina la informalidad y la improvisación, y en la que gana el mejor postor, el que puede comprar el puesto sin importar su base doctrinaria o sus credenciales éticas.


Esta situación nos demuestra que solo con una alternativa seria y democrática se podrá combatir este nivel de improvisación de la política. Solo construyendo desde abajo una alternativa política que combine el apostolado con la seriedad de propuestas y que con la democracia participativa, demuestre la coherencia entre las ideas y la práctica que tanto reclaman los ciudadanos. Esa es una tarea de mediano y largo plazo, que debe ser pensada con miras a trascender la coyuntura electoral.

lunes, 17 de mayo de 2010

Más allá de los vientres de alquiler


Por Luis Gárate

17- 05-10


Contrario a lo que se suele pensar, mientras se inscriben más organizaciones ante el Jurado Nacional de Elecciones para participar de los próximos comicios municipales y nacionales, la política en el Perú crece en su descrédito y su improvisación.


Los analistas se rompen la cabeza para tratar de entender el por qué de la “crisis de los partidos”. Se escandalizan ante fenómenos como los de Alex Kouri y el famoso partido “vientre de alquiler” que lidera el ex aprista José Barba Caballero.


Mucho ya se ha dicho sobre el tema. Se habla del pragmatismo, de los “outsiders” y otros fenómenos que siempre se asocian a la figura de Alberto Fujimori.


No podemos dejar de insistir en que debemos analizar los fenómenos de la política como parte intrínseca de los procesos y cambios en los terrenos económicos, sociales y culturales. Así encontraremos que los cambios en la política están profundamente influidos por los procesos de cambios estructurales en las sociedades tanto desarrolladas y en vías de desarrollo, a la vez derivados de los reacomodos del sistema capitalista mundial.


Esos cambios que han roto en gran medida la idea del Estado benefactor y han centrado todo el desarrollo en el mercado. Asimismo se ha volatilizado y mercantilizado la idea de la política, donde se aplican los criterios de “marketing político” y han proliferado los cursos y posgrados en “gerencias” en el manejo de la cosa pública.


Vale la pena recordar ideas básicas del marxismo que Gramsci hace bien en resaltar, como que la política se asienta en la economía y que no puede se pueden ver las formas políticas sin entender los cambios en los sectores de la producción y como se expresan las correlaciones sociales.


En esa línea los recordamos a los “analistas” que los partidos no nacen por ley o decreto, sino por una voluntad colectiva, de un grupo de individuos que pertenecen a determinados sectores sociales y que confluyen en una proyecto de sociedad, en una idea de lo “nacional”.


Está claro que las grandes ideas, las liberales, las conservadoras, las socialistas, y sus variantes, han perdido mucha centralidad y han sufrido grandes transformaciones. La gente se moviliza menos por los grandes planteamientos y más por figuras personales, consignas y propuestas marketeras.


Otro tema tiene que ver con la misma Ley de partidos, que entre las principales perlas alienta el voto preferencial, que ha provocado que se afiance esa tendencia de hacer de la política un rentable negocio, un mercado donde se remate el mejor postor los números en las listas parlamentarias.


La pregunta que nos surge es cómo ingresar a la política en este escenario. Acaso será necesario adaptarnos a la informalidad e improvisación que caracterizan los partidos actuales. Más bien creo que se trata de recrearse entendiendo los cambios culturales y estructurales en los sectores que tradicionalmente representó la izquierda.


Ahora todos se remozan la cara. El fujimorismo, el PPC, el partido de Luis Castañeda, todos niegan su vinculación a la derecha, se reclaman de centro. Por otro lado el líder nacionalista Ollanta Humala dice que no se debe hablar de “izquierda y derecha”, sino de “los de arriba y los de abajo”. El Apra se autodefine como de “izquierda democrática” pero cualquier persona con dos dedos de frente se da cuenta del rumbo ideológico del actual mandatario y su gobierno. Es decir, todo un cambalache donde todos quieren aparecer como algo “progres” para no asustar a las mayorías pobres de nuestro país, mientras la izquierda real todavía luce descolocada.


Para la izquierda falta un largo camino. Uno donde se vaya dejando de su estilo de secta, de capilla, de estrechas identidades vanguardistas y que se acerque de cara la compleja diversidad cultural y socioeconómica del Perú actual. Afirmando una identidad, es necesario releer la influencia de lo que fue y es el legado del emprendedurismo provinciano en millones de jóvenes que abarrotan los colegios e instituciones educativas y los centros laborales en Lima. Esas familias de empleados, trabajadores y pequeños empresarios que se están incorporando el mercado y consumo gracias a la masificación de las ofertas del crédito, del comercio y las industrias del entretenimiento (graficados en los megaplazas).


El camino de la izquierda se va redibujando, y aparecen esfuerzos unitarios indispensables para poder mantener una mínima representación política. Falta todavía que nazca el nuevo sujeto político de la izquierda peruana, y en ese camino no solo se requieren cambios internos, sino cambiar las reglas de juego, como la ley de partidos. Mientras tanto la derecha también va moviendo sus fichas, y las figuras oportunistas e improvisadas como José Barba y Jaime Bayly, se afianzan en su espectro.