miércoles, 3 de marzo de 2010

EL ESPECTÁCULO DE LA POLITICA PERUANA


Un escenario político dominado por la derecha y el show mediático

Por Luis Gárate

Mientras la política peruana se convierte en un show mediático, vemos pocas señales de la consolidación de los partidos o de movimientos con capacidad de convertirse en una fuerza decisiva en la escena nacional.

Hablando de encuestas, una reciente elaborada por el grupo Apoyo reveló que existe un 81 por ciento de peruanos en las zonas urbanas que desconfían de los partidos políticos, y ni que decir de los alarmantes niveles de desaprobación del Estado, en especial el grado de rechazo de un poder como el Congreso de la República.

Por otro lado, los sondeos nos revelan un escenario electoral dominado por diferentes expresiones de la derecha política, y un debilitamiento de la figura de Ollanta Humala como la figura que ocupa el espacio de la izquierda.

Bayly y la derecha

Un nuevo actor ha acaparado gran parte del debate político. La aparición del conductor Jaime Bayly como eventual candidato presidencial, con algunas propuestas liberales bajo la manga, ha removido todo el gallinero y demuestra como el show mediático gana terreno en la política.

Bayly, que claramente está en la línea de una derecha liberal, irrumpe con ideas audaces como la despenalización del aborto o la supresión de las fuerzas armadas, mezcladas con su estilo escandaloso y que se expresa en su programa televisivo y en lo literario. Una combinación que parece estar pegando en un espectro de la población limeña y urbana que busca “lo nuevo”.

Pero el escenario político principal sigue dominado por otros patrones; primero por las principales figuras de partidos como el Apra, el fujimorismo y el PPC. Junto a ellos, las otras figuras de primera línea son personajes que pasaron por los partidos tradicionales y hoy, en calidad de “independientes” dirigen como caudillos nuevos formaciones políticas con las que aspiran al sillón presidencial y al municipio de Lima. Este es el caso de Luis Castañeda con Solidaridad Nacional y Alex Kouri de Chim Pum Callao. Podríamos decir que ocurre lo mismo en la mayoría de distritos de Lima.

Está también Keiko Fujimori, que arrastra los “buenos” recuerdos de su convicto padre. Si bien ha mostrado una baja sigue estando en la preferida en las encuestas nacionales.

Un caso con sus particularidades es el regional. Merece un análisis más detallado, pero podríamos decir que en general está dominado por “nuevas” figuras caudillistas con sus movimientos regionales, pero que como en el caso de Lima, manejan el escenario electoral a partir de sus vinculaciones con grupos de poder económico, la corrupción y el clientelismo.

Una izquierda indefinida

Los partidos de la izquierda, como el PC del P- Patria Roja, el PCP, el PS (ex PUM) siguen buscando esfuerzos de articulación. Estos partidos, que formaron y luego desarmaron Izquierda Unida, no han generado procesos de renovación generacional y siguen dirigidos por los cuadros de los ochenta.

Aunque se han desarrollado algunos esfuerzos por construir referentes unitarios, el Frente Amplio, la Coordinadora Político Social, la Asamblea Nacional de los Pueblos estos no han cuajado y ha primado más bien el estilo de cuotas y el burocratismo.

Qué se nos viene

Ante este escenario, donde el gobierno aprista y la agenda mediática imponen el debate, sigue planteada la necesidad de construir un referente político progresista, más allá de las fiebres electorales.

El espacio de la izquierda ha sido cubierto en gran medida por la figura de Humala y su propuesta nacionalista. No queda claro aún si irá unido con el bloque de partidos de izquierda existente, pero ha dado claros giros pragmáticos en las últimas semanas, en especial con su idea de formar un frente anticorrupción de todas las fuerzas frente a la amenaza de Kouri en Lima.

Un oscuro paisaje se cierne así, en la posibilidad del continuismo neoliberal con ribetes de mafia, al tener un eventual gobierno nacional con Castañeda o Keiko y en Lima a una figura como Kouri. Lo cierto es que para enfrentar esta oleada, urge avanzar en la definición del proceso unitario de la izquierda y el nacionalismo ante las elecciones, y abrir el debate sobre la necesidad de un nuevo referente político más allá de la pugna electoral.

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