jueves, 3 de septiembre de 2009

RECTIFICACIONES Y EL JUEGO DE MEDIOS

Por Luis Gárate
Agosto 2009
El Apra no deja de sorprendernos. En los últimos días se generó una controversia en torno el proyecto de ley presentado por la inefable ex ministra del interior y parlamentaria aprista Mercedes Cabanillas, que pretendía ampliar el derecho a la rectificación frente a los eventuales excesos de los medios de comunicación.

La prensa privada no dudó en calificar el intento de “ley mordaza” y de un nuevo “atentado” contra la libertad expresión. Es vital develar las intenciones detrás de este proyecto planteado por los voceros del partido de gobierno, que se está consagrando como campeón de la represión y la intolerancia.

Pero el tema nos lleva a preguntas de fondo. ¿Cuáles son los limites y el grado de regulación que debe haber sobre los medios de comunicación? ¿Qué tipo de regulación merecen los nuevos medios informáticos como el uso de los blogs o el twitter?

El derecho a la libertad de expresión se pone en debate frente a lo que a todas luces representa un uso indebido del derecho para proteger a los ciudadanos frente a los excesos de los medios.
La revolución de las comunicaciones y en particular en la informática han permitido, por un lado, una gran democratización del acceso a la información y de la divulgación de las opiniones; por otro también ha ampliado la posibilidad de la difamación y la mentira.

Por ejemplo, algunos señalan que los blogs son instrumentos no pensados para el trabajo periodístico, sino más bien para visualizar las opiniones de cualquier persona sobre asuntos cotidianos, personales y siempre desde un lenguaje resumido y coloquial. Es decir no se regiría por los criterios del trabajo periodístico y las normas existentes que lo regulan, que exigen por ejemplo verificación de fuentes y pruebas para sostener una denuncia.

Resulta de especial importancia ver qué sucede en casos de países como Venezuela donde se ha abierto un amplio debate sobre la regulación de los medios, o los casos de China, Irán o Cuba donde existen mecanismos de filtración y control sobre diversos medios de comunicación privados e incluso sobre los contenidos a los que se puede acceder en la Internet. A pesar de ello florecen los blogs y los sitios web que cuestionan los excesos de esos regimenes. Algunos son parte de campañas políticas bien financiadas, otros son ciudadanos opositores.

Cabe recordar que en las condiciones históricas de los procesos revolucionarios, en especial frente al sabotaje de las fuerzas reaccionarias, se suprimieron los medios de comunicación de las burguesías buscando democratizar al acceso a la información y la cultura para las mayorías populares. Pero no podemos concebir que aunque contemos con elementos científicos en la teoría marxista, seamos infalibles y dueños de la verdad. Resulta poco más que antidialéctico la ausencia del debate de ideas y hasta oposición entre ellas.

Los medios de comunicación privados, especialmente los grandes diarios, la radio y la televisión, han sido usados por las clases dominantes para la distracción y la desinformación. Sobran ejemplos en el fragor de revolución rusa, en plena guerra fría con la CIA financiando medios contra los países socialistas, la prensa enfilada contra el gobierno democrático de Salvador Allende, y ahora los medios contra los gobiernos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, entre otros.

¿Entonces que está en juego? La libre circulación de ideas y opiniones no es lo mismo que la concentración de la propiedad de las corporaciones para orientar a la opinión pública. Pero tampoco consiste en el control estatal de la línea editorial de todos los medios de comunicación.
Por otro lado ¿es posible regular los medios como los blogs, twitter o el facebook, donde las personas adquieren cualquier identidad y pueden decir cualquier cosa sin necesidad de probar nada? Estos medios están diseñados para una interacción social virtual, pero ¿acaso no pueden prestarse también para campañas bien orquestadas? En todo caso las posibilidades en estos medios parecen casi ilimitadas.

Mientras tanto los medios peruanos nos tienen cada vez más enajenados mientras nos distraen con los mórbidos casos de la muerte de la empresaria Miryam Fefer, los vericuetos del caso Alicia Delgado y Abencia Meza, las miserias íntimas de la farándula y las notas más sanguinolentas de la sección policiales. ¡Todo un culto al morbo y la muerte!

Eventualmente existen sanciones para la difamación extrema, como el caso de los excesos de la señora Magaly Medina. Sin embargo no parecen sancionables las campañas de demolición de candidatos como fue el caso de la prensa frente a Ollanta Huamala, o las ostentosas omisiones sobre casos dramáticos como los hechos de Bagua.

Hay quienes sostienen que el poder reside en el público. Es el televidente, el lector, quien decide cambiar el canal, la emisora, comprar o no un diario, leer tal o cual web o blog. Sin embargo, no podemos dejar de observar quienes acaparan el mercado de medios aprovechando su función para desinformar, como se aprovecha el espacio radioeléctrico público para inducir las preferencias de la gente. Este es un tema complejo y con muchas aristas, y sin duda nos lleva a un debate amplio y necesariamente público, sobre las perspectivas de la regulación y los límites a los derechos ciudadanos para ejercer la libertad de expresión y opinión.

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