miércoles, 16 de septiembre de 2009

El “otro” sendero


Publicación de libro de Abimael Guzmán sirve de cortina de humo
aprista
Por Luis Gárate
15-09-09

Una nueva campaña mediática nos inunda. Ahora resulta que la compilación de textos y alegatos judiciales de Abimael Guzmán ha sido convertida en una especie de best seller del año, por el solo hecho de ser la publicación del jefe del “terrorífico” grupo Sendero Luminoso.

Se trata de mucho más que eso. La publicación surge en momentos que la candidata Keiko Fujimori baja en las encuestas, en plena ofensiva por vincular a la oposición nacionalista con el narcotráfico, mientras en el Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE) vemos el estrepitoso fracaso de la estrategia gubernamental para detener el avance de las narcomafias y los rezagos subversivos.

Resulta que también en Aucayacu, en Huánuco, y en Ayacucho habrían aparecido pintas y proclamas a favor de la liberación del “presidente Gonzalo”. Una excelente ocasión para que el ministro de justicia Aurelio Pastor y sus compañeros apristas vuelvan a relucir su virulencia y conviertan el tema en cuestión de Estado para dirigir la atención mediática al mentado texto.

Más allá de las características del texto y su limitado tiraje, nos llama la atención la utilización del recuerdo de Sendero como un “cuco” que, casi siempre, trae buenos réditos políticos para los salvadores y pacificadores.

En este escenario resulta indispensable hacer hincapié en el deslinde con el senderismo. Debemos reiterar la naturaleza de Sendero, una organización que nació en el marco del intenso debate en el seno del comunismo internacional y peruano de los 60, y que derivó en una versión dogmática y mesiánica del maoísmo más recalcitrante de la Revolución Cultural china.

Su radicalismo, espíritu sectario y el haber iniciado acciones armadas en 1980 caló en algunos núcleos magisteriales y estudiantiles que se organizaron en su estructura clandestina y altamente militarizada. Así Sendero trató de crear las bases de su nuevo estado en las llamadas “zonas liberadas”, donde aniquilaban a las autoridades elegidas o a los líderes comunales para reemplazarlos por sus comisarios,

Tras su captura en 1992, el casi inexpugnable “presidente Gonzalo”, aquel de la llamada entrevista del siglo y del pensamiento guía, apareció evidenciado en unos videos. Ya había dejado atrás los puños y las arengas desafiantes, por una adocenada “declaración de paz” y de “solución política”, así como departiendo amigablemente con el asesor Vladimiro Montesinos.


La estrategia de “guerra popular” de Gonzalo, una esquemática aplicación del maoísmo a la realidad peruana, derivó en una espiral de violencia donde los campesinos andinos terminaron entre dos fuegos, entre la intimidación senderista y la indiscriminada represalia de las fuerzas armadas y policiales. Los resultados son conocidos, cerca de 70 mil muertos y desaparecidos según la Comisión de la verdad.

¿Qué ha pasado con Sendero? Algunos hablan de un cisma entre sectores “acuerdistas” y los de “proseguir”. Los principales voceros senderistas hablan hoy de la “reconciliación nacional” y “amnistía general”, que implicarían perdón a todos, a los elementos de las fuerzas armadas que violaron los derechos humanos, y por supuesto a los “guerrilleros” que por su parte cometieron crímenes. Como diría Alan García, los inevitables “costos de guerra”.

Los abogados de Guzmán hablan de una nueva fase de su partido. Incluso de la posibilidad de participar en las elecciones. Mientras tanto sus militantes dividen gremios como el sindicato magisterial, y desde sus “organizaciones de familiares” tratan de replantear “la versión oficial” de la guerra interna y de limpiar la imagen su líder.

Nada más oportuno para los sectores más reaccionarios del aprismo, el fujimorismo y la derecha. Un marco ideal para agudizar la preocupante escalada represiva contra el movimiento popular y los comunistas.

Senderistas y represores parecen unidos por el olvido y la impunidad. ¿Simple coincidencia? Se dice que en política no las hay. En todo caso resulta evidente que esta publicitada reaparición de un “remozado” sendero, y el bombardeo informativo servirá, como en el pasado, para descalificar a la protesta social, la izquierda, y en especial a los comunistas peruanos.

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