jueves, 3 de septiembre de 2009

La peligrosa derecha en Chile


Sebastián Piñera repunta frente a los candidatos progresistas

Por Luis Gárate
03-09-09

Las elecciones generales en Chile representan mucho más que un hecho político de nuestro inquieto vecino del sur. Sus resultados tendrán inevitables consecuencias en nuestras relaciones bilaterales y en la correlación de fuerzas políticas que se están configurando en América del sur.

Los comicios se realizarán el 11 de diciembre, y el clima electoral ya tomó plena viada. Como puntero se encuentra el millonario empresario Sebastián Piñera, accionista de Lan, el canal Chilevisión y del equipo Colo Colo, representante de una de las derechas más rancias y agresivas del continente y que gobernó con mano de hierro junto al dictador Augusto Pinochet.

Le sigue el candidato del bloque de partidos centroizquierdistas de la Concertación (DC, PS, Radicales, PPD) es el bien conocido senador y ex presidente Eduardo Frei, de las filas Demócrata Cristianas. Ha retomado un discurso social, en el que plantea continuar las populares políticas de la presidenta Michelle Bachelet, con mayor acento en el rol del estado. Ha tenido, incluso, algunos gestos de acercamiento a sectores como el PC chileno.

El tercer candidato que le pisa los talones a los favoritos es el llamado “díscolo”, Marco Enríquez Ominami, hijo del aguerrido fundador del MIR chileno, Miguel Enríquez. Después de una militancia disidente en el Partido Socialista, decidió lanzar su candidatura fuera de la Concertación, lo que generó que varias figuras del bloque centroizquierdista se pongan en la disyuntiva. Enríquez ha explotado sus conocimientos en producción de televisión, su juventud y un discurso pragmático con tintes izquierdistas para captar el voto descontento con el bipartidismo y juvenil del electorado.

Por la izquierda se encuentran dos candidaturas interesantes, pero pequeñas. En un flanco está Jorge Arrate, viejo militante socialista, colaborador de Allende y luego, en los 90, uno de los refundadores en su versión reformista del socialismo chileno. Arrate encabeza lo que queda del pacto Juntos Podemos, promovido por el Partido Comunista y la Izquierda Cristiana. Los humanistas de Tomás Hirsch se retiraron del pacto para apoyar a Marcos Enríquez, rechazando las tratativas del PC con la concertación para lograr cupos parlamentarios.

Alejandro Navarro, combativo senador y ex militante del PS, que siempre mantuvo posiciones críticas y cercanas a la izquierda extra parlamentaria, ahora encabeza la candidatura presidencial por el Movimiento Amplio Social- MAS.

Todo un escenario complejo donde a diferencia de las elecciones anteriores con una definición más clara entre la coalición gobernante y la derecha, ahora tiene una tercera fuerza contendiente con la candidatura independiente de Enríquez Ominami.

No cabe duda que la Concertación chilena, que en su momento representó un amplio sector progresista de chilenos que luchó por reconstruir la democracia tras el fin de la dictadura pinochetista, ha mantenido y, en muchos casos, radicalizado las orientaciones neoliberales que la han dado a Chile un alto crecimiento, pero también gran exclusión. Ahora ve peligrar su conducción del gobierno ante una millonaria derecha a la ofensiva y un desafiante y juvenil díscolo.

Chile, no olvidemos, es uno de los países más estables e institucionalizados de la región. Tiene índices de pobreza por debajo del 14 por ciento, sin embargo es uno de lo países más desiguales del mundo, con elevados índices de concentración de la riqueza en su empresariado nacional y transnacional. Es uno de los países más privatizados, pero su estado aún conserva sectores estratégicos como su participación en la industria del cobre y en sectores sociales como la salud.

Sin embargo el peligro que representa la eventualidad de la derecha chilena en el poder, si nos deben alarmar. Una derecha conservadora, que obstaculiza reformas básicas a favor de los derechos reproductivos de las mujeres, así como el voto universal para incluir a los chilenos del exterior, que impide ampliar la representación política, que obstaculiza las principales reformas a la constitución pinochetista. Más aún, una derecha que de llegar al poder se alineará aún más a los designios de Washington en la región y que apuntará su militarismo y agresividad hacia nuestro país. Sería un avance en el juego de la derecha continental que se reagrupa para acabar con las experiencias de cambio inspiradas en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

Desde el Perú debemos seguir con atención los comicios chilenos, esperando que los sectores de izquierda puedan confluir en una alternativa, que eventualmente produzca un viraje progresista en la Concertación y que permita hacer los cambios a favor de las mayorías de chilenos, herederos de las tradiciones de Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Salvador Allende y Víctor Jara.

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