jueves, 11 de junio de 2009

EL SEÑOR ASILO

Alan García coloca al Perú como refugio de la derecha golpista de la región
Por Luis Gárate

Ese fue el nombre con el que el tristemente célebre dirigente aprista Luis Alva Castro tituló una de sus obras sobre los largos años de persecución y exilio que padeció Víctor Raúl Haya de la Torre por sus ideas políticas consideradas, en su momento, como revolucionarias y hasta subversivas.

Precisamente este título lo podría asumir hoy Alan García, pero no precisamente al ser perseguido por sus ideas “revolucionarias”, sino por ser el nuevo abanderado de asilar a renombrados opositores radicales de los procesos antiimperialistas de cambio social que se dan en la región.

Y es que se trata de personajes relevantes que jugaron su rol de piezas del ajedrez imperialista, que como cuña, han buscado obstaculizar sistemáticamente los avances de los procesos de cambios sociales que están ocurriendo en países como Venezuela y Bolivia.

Sabemos que a la lista formada por personajes venezolanos como el dirigente sindical Carlos Ortega y el ex Gobernador del estado de Yaracuy, Eduardo Lapi, fue coronada recientemente por Manuel Rosales, ex candidato presidencial, ex gobernador con aspiraciones separatistas del estado Zulia y connotado partícipe del frustrado golpe de estado a Hugo Chávez en abril de 2002. Rosales es acusado por la justicia venezolana por enriquecimiento ilícito y antes del asilo, ya tenía orden internacional de captura en la Interpol.

Por otro lado, no contento con la agravio a la justicia venezolana, el gobierno aprista ha abierto otro frente acogiendo a miembros del nefasto gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, que recordemos reprimió sangrientamente al pueblo boliviano en la ciudad del Alto cuando salió a repudiar su política neoliberal y sus intentos de venta de gas a Chile en el año 2003.
Los bolivianos amparados por la gracia de Alan García son los ex ministros Jorge Torres Obleas (asilado), Javier Torres Goitia y Mirtha Quevedo Acalinovic (refugiados), que son acusados de genocidio tras el asesinato de más de 60 bolivianos en la represión ordenada por el también prófugo Sánchez de Lozada, ahora refugiado en Estados Unidos. Será producto de sus remordimientos por su pasado populista y las ganas de congraciarse con la más rancia derecha latinoamericana y con los intereses de los Estados Unidos.

Parecería que García ya no busca pasar a la historia como el líder tercermundista de los 80, sino como el articulador de una contraofensiva de las derechas en decadencia que tienen sangre en las manos y que buscan recuperar el poder que detentaron durante décadas en sus respectivos países. Gracias a la decisión del gobierno aprista, las relaciones diplomáticas con Venezuela y con Bolivia se ponen en una lamentable tensión.

Más allá de las particularidades legales de los casos, esta situación debe llamarnos a expresar nuestro rechazo a la estrategia de García y la derecha, así como a la campaña mediática que los respalda. Es hora de denunciar activamente este intento de convertir a nuestro país en un refugio de personajes que se escudan en ser democráticos, cuando no han sido capaces de reconocer su derrota electoral y que más grave aún, están acusados de graves delitos de corrupción y crímenes de lesa humanidad.

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