martes, 3 de noviembre de 2009

Los vericuetos de la unidad


Ola de acusaciones, macartismo y los esfuerzos unitarios de la izquierda
Por Luis Gárate
03-11-09

Mientras en las filas de izquierda se habla de la necesidad impostergable de la unidad, arrecia la campaña de las clases dominantes por desprestigiar cualquier atisbo o anuncio de propuestas electorales progresistas.

Este es el caso de las recientes denuncias que vinculan a la congresista Elsa Malpartida a un supuesto pasado senderista, las presiones por ventilar el origen de las cuentas de la esposa del candidato Ollanta Humala, y la “coincidente” aparición de banderas y pintas “senderistas” en algunos puntos de la capital.

Por otro lado, en las filas de la izquierda no faltan algunos sectores que con su actuar no hacen mas que contribuir a debilitar la estructuras políticas del cambio. Algunos personajes que aspiran a la presidencia persisten en cuestionar la candidatura nacionalista y a las fuerzas de izquierda que están trabajando por ser una alternativa de cara a los comicios del 2010 y 2011.

Este es el caso del padre Marco Arana y su movimiento Tierra y Libertad, que busca posicionar su candidatura partir de diferenciarse como lo “nuevo” y “democrático” frente a los rasgos autoritarios que tendrían la figura de Humala y los partidos tradicionales de la izquierda. Mientras, personajes como el congresista Isaac Meckler, renunciante de las filas nacionalistas, persisten en sus declaraciones anticomunistas.

Sin embargo, sí se pone en el tapete la necesidad del revisar la conformación del sujeto político para el proceso electoral y para la perspectiva de mediano plazo. Si bien podríamos caracterizar la emergencia del proyecto de Arana como una expresión de los sectores de la izquierda más reformista o de centro izquierda, también es un síntoma de algunas limitaciones de los proyectos dependientes del tradicional caudillismo.

Entonces, nos preguntamos el cómo se va a construir la unidad de las fuerzas populares en estas condiciones.

El nacionalismo, en las últimas semanas, ha marcado distancia de la izquierda ante las declaraciones de sus principales voceros de que no habría posibilidad de un frente político. Sostienen estas voces, que la unidad con la izquierda sería un desgaste más que una sumatoria para el PNP.

Por su parte los críticos del comunismo, desde el ámbito intelectual y como “analistas” señalan que sería una propuesta “desfasada” por su ortodoxia ideológica y sus formas de organización centralizada.

Cierto es que el comunismo peruano debe debatir su perspectiva y su renovación, en tanto posee un aparato estructurado y nacional, pero que en su discurso y trabajo no le ha permitido acercarse con más amplitud a las dinámicas sociales de la realidad actual, como el protagonismo de las luchas indígenas y ambientales o a las nuevas formas de explotación capitalista y sus aparatos ideológicos.

Cabe señalar que muchos de estos “renovadores”, desde la comodidad que tienen al deslizarse de un proyecto a otro, dependiendo del caudillo y del ánimo electoral del momento, resultan también parte de la volatilidad política actual que critican. Esperemos que no terminen varados en las filas del oportunismo.

Como parte de de la renovación del comunismo peruano y de cara a construir la unidad con otras fuerzas de izquierda y patrióticas, está claro que la izquierda comunista aspira a la construcción de un nuevo estado, pasando por la democracia participativa y un diseño estatal plurinacional, un rol mas activo del estado en la economía y la protección del medio ambiente.

Ante esta ola de ataques de las clases dominantes, que buscan que los sectores progresistas vayan divididos, hay que responder con unidad y claridad de posiciones. Es el momento de afirmar que lo principal es la confrontación entre el modelo neoliberal y una propuesta democrática que recupere el estado para los peruanos y el control de nuestros recursos naturales. También se debe responder con firmeza a los críticos desde la izquierda, que buscan ganar protagonismo mediático a costa de otros.

La unidad en perspectiva es indispensable, pero no es la única garantía para la victoria. Sin claridad de objetivos estratégicos, renovación de liderazgos, de propuestas programáticas y de formas de organizarse y hacer política, sin renovar estilos, simbologías y mensajes, la unidad podría ser un pacto electoral más, sin contenidos reales de cambio ni perspectiva revolucionaria.

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