Ante el calentamiento global, los conflictos socioambientales y una necesaria respuesta política
Por Luis Gárate
02-10-09
El cuidado del medio ambiente se trata de mucho más que un tema de moda, aunque para algunos medios y empresas así lo sea. Cada día que pasa nos convencemos más de que está en juego la supervivencia misma de la especie humana.
Es necesario recordar que el Perú, a pesar de ser uno de los países que produce menos emisiones de gases de efecto invernadero, es uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático. Esto se debe a la gran diversidad de climas y microclimas, a la fragilidad del equilibrio de nuestros ecosistemas, que dependen en gran medida de los afluentes ubicados en los glaciares andinos y del delicado equilibrio de recursos forestales e hídricos de la amazonía.
Debemos recordar que el calentamiento global, y la grave situación de vulnerabilidad de nuestro país, se deben al patrón de producción y motor de la economía basada en el uso intensivo de combustibles fósiles como el petróleo y sus derivados, con sus consiguientes emisiones de dióxido de carbono, gases y desechos tóxicos. Se suman la sobre explotación de recursos naturales que ha llevado al borde de la extinción a un gran número de especies de fauna y flora, y los desmedidos niveles de consumo, despilfarro energético y producción de desechos de la humanidad.
Es así que entre los especialistas de la Naciones Unidas y de los centros de investigación de los países industrializados ya se habla, desde algunos años, de otros modelos de desarrollo, como el sostenible y el uso de nuevas tecnologías que mitiguen o prevengan los efectos del calentamiento global.
Desde la izquierda política se ha ido incorporando una agenda ambiental. En los 60 emergieron grupos políticos con “agendas verdes” con diferentes grados de radicalidad en su ambientalismo. Estos se iniciaron en las luchas contra las armas nucleares y por tecnologías más limpias. En los últimos años han sido las izquierdas europeas las que han incorporado con fuerza la agenda ambiental. Los partidos comunistas también lo han hecho, aunque cabe recordar que en la industrialización de la ex Unión Soviética y en China Popular también se han causado serios daños ambientales.
Por esta razón podemos decir que la izquierda y los comunistas peruanos deben estar a la vanguardia de la lucha por el medioambiente. La radicalización del modelo neoliberal, encabezado por Alan García, se expresa en el creciente ingreso del gran capital en la lotización petrolera de la amazonía y en las concesiones mineras que afectan las fuentes de agua y las áreas agropecuarias de las comunidades campesinas. Por eso, la defensa del medioambiente pasa por la derrota del modelo neoliberal y del capitalismo salvaje.
Un emblemático caso actual que nos debe alarmar es el del megaproyecto de la represa de Inambari, en medio de la selva de Puno, Madre de Dios y Cusco. La represa, que tendría un tamaño equivalente a 10000 estadios nacionales, abastecerá de energía al Brasil, dejando menos del 50 por ciento para el Perú y a su vez una importante renta. Sin embargo provocará serios impactos ambientales, pues deforestará extensas áreas del Parque Nacional Bahuaja Sonene y desviará el río Inambari, afectando a cientos de familias, la fauna fluvial y todo el ecosistema de la zona.
Por otro lado tenemos casos como la minera Doe Run en La Oroya y el benigno trato que le da el gobierno, mientras se convierte en la ciudad más contaminada del mundo. La ciudad de Cerro de Pasco se prepara para trasladarse pues peligra ante la extensión de las tajos abiertos de la minería. Igual el gobierno sigue otorgando concesiones mineras, con la justa preocupación y rechazo de las poblaciones colindantes como el caso del proyecto Tía María, en Arequipa.
Las zonas urbanas y las grandes ciudades no se salvan. Encontramos concesiones mineras en ciudades como Lima, canteras arcillosas, áreas de fabricación de ladrillos, plantas cementeras, y fábricas en general que se encuentran en áreas de expansión urbana o muy cerca de las viviendas. Asimismo un sistema de transporte público ineficiente, un sistema de saneamiento colapsado con colectores que se vierten directamente al mar y no tratan las aguas para reutilizarlas en el riego de áreas verdes o cultivos. La dependencia limeña del Río Rímac es una seria amenaza, pues el paulatino derretimiento de los glaciares andinos afectará el abastecimiento hídrico y energético de toda la costa.
Si consideremos que estos preocupantes datos y proyecciones se ciernen como amenaza especialmente para los sectores más vulnerables del país, en especial los campesinos andinos, agricultores y nativos amazónicos y pobres urbanos, se hace indispensable tomar conciencia e incorporar con fuerza propuestas medioambientales en un programa nacional alternativo.
En esa línea, los sectores progresistas y comunistas peruanos debemos asumir la defensa del medio ambiente a través de amplias campañas ciudadanas y propuestas concretas, como el diseño de políticas públicas ambientales, el replanteamiento del Ministerio del medio ambiente que hoy está atado de manos, el empleo de nuevas tecnologías, incorporando así el enfoque sostenible al proyecto de transformaciones democráticas y socialistas por el que luchamos.
Por Luis Gárate
02-10-09
El cuidado del medio ambiente se trata de mucho más que un tema de moda, aunque para algunos medios y empresas así lo sea. Cada día que pasa nos convencemos más de que está en juego la supervivencia misma de la especie humana.
Es necesario recordar que el Perú, a pesar de ser uno de los países que produce menos emisiones de gases de efecto invernadero, es uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático. Esto se debe a la gran diversidad de climas y microclimas, a la fragilidad del equilibrio de nuestros ecosistemas, que dependen en gran medida de los afluentes ubicados en los glaciares andinos y del delicado equilibrio de recursos forestales e hídricos de la amazonía.
Debemos recordar que el calentamiento global, y la grave situación de vulnerabilidad de nuestro país, se deben al patrón de producción y motor de la economía basada en el uso intensivo de combustibles fósiles como el petróleo y sus derivados, con sus consiguientes emisiones de dióxido de carbono, gases y desechos tóxicos. Se suman la sobre explotación de recursos naturales que ha llevado al borde de la extinción a un gran número de especies de fauna y flora, y los desmedidos niveles de consumo, despilfarro energético y producción de desechos de la humanidad.
Es así que entre los especialistas de la Naciones Unidas y de los centros de investigación de los países industrializados ya se habla, desde algunos años, de otros modelos de desarrollo, como el sostenible y el uso de nuevas tecnologías que mitiguen o prevengan los efectos del calentamiento global.
Desde la izquierda política se ha ido incorporando una agenda ambiental. En los 60 emergieron grupos políticos con “agendas verdes” con diferentes grados de radicalidad en su ambientalismo. Estos se iniciaron en las luchas contra las armas nucleares y por tecnologías más limpias. En los últimos años han sido las izquierdas europeas las que han incorporado con fuerza la agenda ambiental. Los partidos comunistas también lo han hecho, aunque cabe recordar que en la industrialización de la ex Unión Soviética y en China Popular también se han causado serios daños ambientales.
Por esta razón podemos decir que la izquierda y los comunistas peruanos deben estar a la vanguardia de la lucha por el medioambiente. La radicalización del modelo neoliberal, encabezado por Alan García, se expresa en el creciente ingreso del gran capital en la lotización petrolera de la amazonía y en las concesiones mineras que afectan las fuentes de agua y las áreas agropecuarias de las comunidades campesinas. Por eso, la defensa del medioambiente pasa por la derrota del modelo neoliberal y del capitalismo salvaje.
Un emblemático caso actual que nos debe alarmar es el del megaproyecto de la represa de Inambari, en medio de la selva de Puno, Madre de Dios y Cusco. La represa, que tendría un tamaño equivalente a 10000 estadios nacionales, abastecerá de energía al Brasil, dejando menos del 50 por ciento para el Perú y a su vez una importante renta. Sin embargo provocará serios impactos ambientales, pues deforestará extensas áreas del Parque Nacional Bahuaja Sonene y desviará el río Inambari, afectando a cientos de familias, la fauna fluvial y todo el ecosistema de la zona.
Por otro lado tenemos casos como la minera Doe Run en La Oroya y el benigno trato que le da el gobierno, mientras se convierte en la ciudad más contaminada del mundo. La ciudad de Cerro de Pasco se prepara para trasladarse pues peligra ante la extensión de las tajos abiertos de la minería. Igual el gobierno sigue otorgando concesiones mineras, con la justa preocupación y rechazo de las poblaciones colindantes como el caso del proyecto Tía María, en Arequipa.
Las zonas urbanas y las grandes ciudades no se salvan. Encontramos concesiones mineras en ciudades como Lima, canteras arcillosas, áreas de fabricación de ladrillos, plantas cementeras, y fábricas en general que se encuentran en áreas de expansión urbana o muy cerca de las viviendas. Asimismo un sistema de transporte público ineficiente, un sistema de saneamiento colapsado con colectores que se vierten directamente al mar y no tratan las aguas para reutilizarlas en el riego de áreas verdes o cultivos. La dependencia limeña del Río Rímac es una seria amenaza, pues el paulatino derretimiento de los glaciares andinos afectará el abastecimiento hídrico y energético de toda la costa.
Si consideremos que estos preocupantes datos y proyecciones se ciernen como amenaza especialmente para los sectores más vulnerables del país, en especial los campesinos andinos, agricultores y nativos amazónicos y pobres urbanos, se hace indispensable tomar conciencia e incorporar con fuerza propuestas medioambientales en un programa nacional alternativo.
En esa línea, los sectores progresistas y comunistas peruanos debemos asumir la defensa del medio ambiente a través de amplias campañas ciudadanas y propuestas concretas, como el diseño de políticas públicas ambientales, el replanteamiento del Ministerio del medio ambiente que hoy está atado de manos, el empleo de nuevas tecnologías, incorporando así el enfoque sostenible al proyecto de transformaciones democráticas y socialistas por el que luchamos.
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