Por Luis Gárate
12-08-09
El Socialismo del siglo XXI es una propuesta que ha generado gran debate en las filas de izquierda latinoamericana y mundial. Algunos se han lanzado a descalificarlo, otros más bien plantean que está en construcción. Se trata, sin duda, de un tema de plena actualidad, pues es la marca que llevan los principales procesos políticos y sociales que se están dando en la región y nos llevan a discutir las perspectivas de la izquierda y el proyecto socialista.
Socialismo del siglo XXI o socialismo a secas
Entonces, qué elementos hacen de la propuesta del Socialismo del siglo XXI diferente de lo que podríamos llamar a secas socialismo, o de las experiencias socialistas que surgieron inspiradas por el marxismo y tras la Revolución Rusa, en Europa del este, China, sudeste asiático, y los casos latinoamericanos como Cuba, Nicaragua y Chile.
Los autores que han planteado esta propuesta, en especial el sociólogo Heinz Dieterich y los dirigentes de la Revolución Bolivariana de Venezuela encabezados por Hugo Chávez, hablan especialmente de una ruptura con el socialismo realmente existente que colapsó en la Unión Soviética. Ruptura, dicen, centralmente con el estilo “burocrático y autoritario” de la experiencia soviética, y con la manera de entender la planificación económica y la propiedad publica o socializada de los medios de producción.
Incorporan, además, elementos de otras corrientes del pensamiento, como el cristianismo progresista y el ecologismo. Se trata de un intento claro de actualizar un proyecto societal y civilizatorio del socialismo frente a las expresiones del capitalismo globalizado de nuestra época.
La propuesta, además, incorpora ideas sobre como reorganizar la economía incorporando en la planificación elementos de la tecnología informática, que, según sostienen autores como Dieterich, permitirían una planificación adaptada a la velocidad actual de los intercambios comerciales, los efectos de la revolución de las comunicaciones y la globalización.
Algunos, desde posiciones marxistas más ortodoxas, encuentran en estas propuestas claras desviaciones reformistas o socialdemócratas. Señalan que hay demasiado eclecticismo, que no hay ninguna novedad teórica, sino más bien la incorporación de algunos elementos conceptuales del capitalismo.
Procesos en curso
Lo cierto es que bajo la aún no terminada teorización sobre el llamado Socialismo del Siglo XXI se encuentran enmarcados los procesos que nos permiten hablar de la conformación de un bloque de nuevas izquierdas en América Latina.
Los principales rasgos de estos procesos, empezando por el venezolano y pasando por el boliviano y el ecuatoriano, es que se encuentran en un debate sobre la celeridad que deben adquirir los cambios hacia una sociedad más democrática y con equidad. Los principales impulsores de los procesos son los líderes carismáticos, y las estructuras políticas el cambio son aún frágiles (PSU venezolano, Alianza País de Ecuador y el MAS en Bolivia)
En estos procesos una herramienta principal ha sido la convocatoria de una asamblea constituyente para diseñar nuevas constituciones, que permiten incorporar a los sectores excluidos a la participación política. Asimismo disponen un rol más activo del estado en la economía.
Cabe destacar que en estos procesos se han generado una serie de mecanismos de participación, a través de las consultas ciudadanas y revocatorias de autoridades, consejos ciudadanos a nivel municipal, movilización de los sectores sociales para fortalecer la educación en todos los niveles. Asimismo se ha dado prioridad la expansión y la mejora de los servicios de salud y subsidios alimentarios.
Asimismo los nuevos gobiernos socialistas han iniciado procesos de nacionalización de algunos medios de producción y de recursos estratégicos, como el petróleo, el gas, las telecomunicaciones, yacimientos mineros, puertos, entre otros. Recientemente el gobierno venezolano empezó a nacionalizar empresas vinculadas a la comercialización del arroz y el café, frente a intentos de acaparamiento de productos, una forma conocida de sabotaje de la economía por parte de las burguesías.
Sin embargo cabe señalar que en el caso de la economía venezolana aún hay una fuerte dependencia de la renta petrolera, el control de cambio está tratando de evitar la fuga de capitales mientras la inflación alcanza índices de más de19 %. Así como en los otros procesos, ha aumentado el papel el estado en la regulación de la economía, las finanzas y se están promoviendo nuevos espacios de integración regional como el ALBA, a través de mecanismos de petróleo subsidiado, crédito para proyectos de desarrollo social, empresas interestatales, entre otros.
En es escenario, en el marco del Socialismo del siglo XXI, los gobiernos progresistas no se plantean la nacionalización de todos los medios de producción, sino de promover diferentes formas de propiedad, en las que también existan la privada junto a la pública, la cooperativa y la comunal.
En lo político se plantea la democracia participativa, pero no el control del aparato estatal por un partido único. Se plantea la consulta permanente del pueblo para determinar los avances del proceso.
Experiencias comunistas
Alrededor del mundo existen algunas experiencias conducidas por partidos comunistas, como son el caso de China, Cuba, Vietnam, Laos, Corea del norte y Cuba. En otros hay partidos comunistas que presiden pequeños estados o tienen un rol importante en regiones o estados, como en Moldavia, Chipre y Rusia.
En el caso de China, en los últimas dos décadas se han implementado reformas que han significado la apertura a las inversiones extranjeras y una creciente privatización del mercado. El estado controla aún los recursos estratégicos, promueve fuertes políticas sociales y hay una férrea centralización del poder político. Similar caso es el vietnamita. Cuba ha tenido reformas moderadas, pero parece ir hacia una mayor apertura.
En otros casos los comunistas promueven reformas democratizadoras, pero no pueden avanzar más en un contexto adverso. En todo caso no asistimos a una radicalización en los casos comunistas, sino más bien a una mayor apertura, retroceso del control estatal de los medios de producción y de algunos ámbitos como el comercio y los servicios.
Perspectivas
Cabe preguntarnos si para asegurar la profundización de los procesos latinoamericanos se hará necesario un mayor control del aparato estatal. ¿El construir formas de poder popular, de mayor presencia de los trabajadores, implica necesariamente la centralización de los poderes estatales?
Es en este contexto que se pone en debate la viabilidad de la democracia representativa, mientras en una experiencia como la venezolana crecen las atribuciones del poder ejecutivo, y se tensa la relación con las fuerzas opositoras en el parlamento, los medios de comunicación y en otros espacios sociales.
La relación con el capital nacional es un tema importante. Los procesos latinoamericanos promueven en esta etapa claramente el fortalecimiento de sus relaciones con sectores del empresariado nacional frente a las amenazas del libre comercio con Estados Unidos y al avasallamiento de los intereses transnacionales. Nos preguntamos si esta relación podría caer en los errores de las estrategias desarrollistas de los 60 y la industrialización por sustitución de importaciones.
Aún no es posible hacer juicios certeros sobre estos procesos. Sin embargo es útil reflexionar y discutir el tema pues en nuestro caso, con la táctica del Nuevo Curso pensada como fase, se plantea las tareas democráticas que buscan la unidad con amplias fuerzas sociales y políticas para iniciar los cambios en nuestro país. Sin duda que para el proyecto socialista peruano es necesario estudiar las experiencias latinoamericanas y mundiales, y sacar varias lecciones. Requerimos precisar y evaluar nuestras propuestas de rediseño estatal, para afrontar el reto de atender las necesidades sociales con eficiencia, combatiendo realmente los obstáculos burocráticos y de las redes de corrupción existentes, y así convertirnos en una alternativa para la transformación histórica de nuestra patria.
12-08-09
El Socialismo del siglo XXI es una propuesta que ha generado gran debate en las filas de izquierda latinoamericana y mundial. Algunos se han lanzado a descalificarlo, otros más bien plantean que está en construcción. Se trata, sin duda, de un tema de plena actualidad, pues es la marca que llevan los principales procesos políticos y sociales que se están dando en la región y nos llevan a discutir las perspectivas de la izquierda y el proyecto socialista.
Socialismo del siglo XXI o socialismo a secas
Entonces, qué elementos hacen de la propuesta del Socialismo del siglo XXI diferente de lo que podríamos llamar a secas socialismo, o de las experiencias socialistas que surgieron inspiradas por el marxismo y tras la Revolución Rusa, en Europa del este, China, sudeste asiático, y los casos latinoamericanos como Cuba, Nicaragua y Chile.
Los autores que han planteado esta propuesta, en especial el sociólogo Heinz Dieterich y los dirigentes de la Revolución Bolivariana de Venezuela encabezados por Hugo Chávez, hablan especialmente de una ruptura con el socialismo realmente existente que colapsó en la Unión Soviética. Ruptura, dicen, centralmente con el estilo “burocrático y autoritario” de la experiencia soviética, y con la manera de entender la planificación económica y la propiedad publica o socializada de los medios de producción.
Incorporan, además, elementos de otras corrientes del pensamiento, como el cristianismo progresista y el ecologismo. Se trata de un intento claro de actualizar un proyecto societal y civilizatorio del socialismo frente a las expresiones del capitalismo globalizado de nuestra época.
La propuesta, además, incorpora ideas sobre como reorganizar la economía incorporando en la planificación elementos de la tecnología informática, que, según sostienen autores como Dieterich, permitirían una planificación adaptada a la velocidad actual de los intercambios comerciales, los efectos de la revolución de las comunicaciones y la globalización.
Algunos, desde posiciones marxistas más ortodoxas, encuentran en estas propuestas claras desviaciones reformistas o socialdemócratas. Señalan que hay demasiado eclecticismo, que no hay ninguna novedad teórica, sino más bien la incorporación de algunos elementos conceptuales del capitalismo.
Procesos en curso
Lo cierto es que bajo la aún no terminada teorización sobre el llamado Socialismo del Siglo XXI se encuentran enmarcados los procesos que nos permiten hablar de la conformación de un bloque de nuevas izquierdas en América Latina.
Los principales rasgos de estos procesos, empezando por el venezolano y pasando por el boliviano y el ecuatoriano, es que se encuentran en un debate sobre la celeridad que deben adquirir los cambios hacia una sociedad más democrática y con equidad. Los principales impulsores de los procesos son los líderes carismáticos, y las estructuras políticas el cambio son aún frágiles (PSU venezolano, Alianza País de Ecuador y el MAS en Bolivia)
En estos procesos una herramienta principal ha sido la convocatoria de una asamblea constituyente para diseñar nuevas constituciones, que permiten incorporar a los sectores excluidos a la participación política. Asimismo disponen un rol más activo del estado en la economía.
Cabe destacar que en estos procesos se han generado una serie de mecanismos de participación, a través de las consultas ciudadanas y revocatorias de autoridades, consejos ciudadanos a nivel municipal, movilización de los sectores sociales para fortalecer la educación en todos los niveles. Asimismo se ha dado prioridad la expansión y la mejora de los servicios de salud y subsidios alimentarios.
Asimismo los nuevos gobiernos socialistas han iniciado procesos de nacionalización de algunos medios de producción y de recursos estratégicos, como el petróleo, el gas, las telecomunicaciones, yacimientos mineros, puertos, entre otros. Recientemente el gobierno venezolano empezó a nacionalizar empresas vinculadas a la comercialización del arroz y el café, frente a intentos de acaparamiento de productos, una forma conocida de sabotaje de la economía por parte de las burguesías.
Sin embargo cabe señalar que en el caso de la economía venezolana aún hay una fuerte dependencia de la renta petrolera, el control de cambio está tratando de evitar la fuga de capitales mientras la inflación alcanza índices de más de19 %. Así como en los otros procesos, ha aumentado el papel el estado en la regulación de la economía, las finanzas y se están promoviendo nuevos espacios de integración regional como el ALBA, a través de mecanismos de petróleo subsidiado, crédito para proyectos de desarrollo social, empresas interestatales, entre otros.
En es escenario, en el marco del Socialismo del siglo XXI, los gobiernos progresistas no se plantean la nacionalización de todos los medios de producción, sino de promover diferentes formas de propiedad, en las que también existan la privada junto a la pública, la cooperativa y la comunal.
En lo político se plantea la democracia participativa, pero no el control del aparato estatal por un partido único. Se plantea la consulta permanente del pueblo para determinar los avances del proceso.
Experiencias comunistas
Alrededor del mundo existen algunas experiencias conducidas por partidos comunistas, como son el caso de China, Cuba, Vietnam, Laos, Corea del norte y Cuba. En otros hay partidos comunistas que presiden pequeños estados o tienen un rol importante en regiones o estados, como en Moldavia, Chipre y Rusia.
En el caso de China, en los últimas dos décadas se han implementado reformas que han significado la apertura a las inversiones extranjeras y una creciente privatización del mercado. El estado controla aún los recursos estratégicos, promueve fuertes políticas sociales y hay una férrea centralización del poder político. Similar caso es el vietnamita. Cuba ha tenido reformas moderadas, pero parece ir hacia una mayor apertura.
En otros casos los comunistas promueven reformas democratizadoras, pero no pueden avanzar más en un contexto adverso. En todo caso no asistimos a una radicalización en los casos comunistas, sino más bien a una mayor apertura, retroceso del control estatal de los medios de producción y de algunos ámbitos como el comercio y los servicios.
Perspectivas
Cabe preguntarnos si para asegurar la profundización de los procesos latinoamericanos se hará necesario un mayor control del aparato estatal. ¿El construir formas de poder popular, de mayor presencia de los trabajadores, implica necesariamente la centralización de los poderes estatales?
Es en este contexto que se pone en debate la viabilidad de la democracia representativa, mientras en una experiencia como la venezolana crecen las atribuciones del poder ejecutivo, y se tensa la relación con las fuerzas opositoras en el parlamento, los medios de comunicación y en otros espacios sociales.
La relación con el capital nacional es un tema importante. Los procesos latinoamericanos promueven en esta etapa claramente el fortalecimiento de sus relaciones con sectores del empresariado nacional frente a las amenazas del libre comercio con Estados Unidos y al avasallamiento de los intereses transnacionales. Nos preguntamos si esta relación podría caer en los errores de las estrategias desarrollistas de los 60 y la industrialización por sustitución de importaciones.
Aún no es posible hacer juicios certeros sobre estos procesos. Sin embargo es útil reflexionar y discutir el tema pues en nuestro caso, con la táctica del Nuevo Curso pensada como fase, se plantea las tareas democráticas que buscan la unidad con amplias fuerzas sociales y políticas para iniciar los cambios en nuestro país. Sin duda que para el proyecto socialista peruano es necesario estudiar las experiencias latinoamericanas y mundiales, y sacar varias lecciones. Requerimos precisar y evaluar nuestras propuestas de rediseño estatal, para afrontar el reto de atender las necesidades sociales con eficiencia, combatiendo realmente los obstáculos burocráticos y de las redes de corrupción existentes, y así convertirnos en una alternativa para la transformación histórica de nuestra patria.