En medio de la crisis financiera, climática y social en el mundo
Por Luis Gárate*
En estos días que se agudiza la crisis del sistema financiero global y son seriamente cuestionados los pilares ideológicos del libre mercado, es importante retomar la discusión de los paradigmas e ideas que gran parte de nuestra generación creía superados.
Cabe recordar que los que estamos cerca de los 30 años, vivimos en carne propia la década de los 90, complejo periodo que marcó una brusca ruptura de modelos y paradigmas asociados a la estabilidad y seguridad social, que tras la desaparición del bloque soviético y el Estado de bienestar pasaron al período de la globalización y el libre mercado.
En el Perú, como en gran parte del mundo, se desplegó un proceso de privatización de espacios, que pasó por la venta de empresas públicas a manos privadas así como por la difusión del paradigma neoliberal: reducción del Estado, desregulación del sistema financiero, cultura del emprendimiento empresarial, entre otros.
Así hemos tenido una campaña sistemática desde los medios de comunicación, la publicidad, el ámbito académico, los políticos y en la sociedad que nos han vendido una forma de pensar las cosas, de razonar, que muchos entienden como parte de la posmodernidad.
Sin duda han ocurrido grandes y vertiginosos cambios en los últimos 20 años, básicamente en las tecnologías de la información, que le dan sustento a ese esquema de pensamiento. La era digital y el Internet son el baluarte de la interconexión mundial auspiciada por los mercados, y que hace, como sostienen los teóricos de la globalización como Castells, que se intensifiquen las relaciones entre las personas.
Se trata entonces del proceso de globalización que está afectando a la sociedad peruana. La pregunta clave que surge es ¿cómo nos estamos insertando a un proceso que, no cabe duda, es inevitable?
No hay en este tema grandes certezas, sino más bien muchas otras preguntas y muchos debates teóricos. Sin embargo, con la agudización de la crisis capitalista se retoman discusiones de paradigma que se pensaban superados, sobre esquemas alternativos calificados de "populistas". Se ve cuestionado así lo que parecía el inevitable destino de la humanidad, marcado por el individualismo y la idea de competitividad salvaje.
Nos permitimos entrar al debate con una fuerte crítica al sistema y la lógica capitalista, que por un lado nos proporciona toda una gama de productos tecnológicos que "facilitan" la vida, nos interconecta y hasta satura de estímulos sensoriales a través de la Tv y la Web, pero también ha logrado acrecentar las brechas entre pobres y ricos en el mundo, a puesto a servicios esenciales como la salud y la educación en la lógica de oferta y demanda, y debilita cada vez más la calidad del trabajo frente a las crecientes utilidades de los capitalistas.
Vivimos en la sociedad del riesgo, en palabras de Ulrich Beck, que describe así la inseguridad que reina en los individuos que se ven enfrentados a la volatilidad de los contratos de trabajo, la amenaza del calentamiento global, la desconfianza en la política, las amenazas del terrorismo internacional y pandemias, entre otras. A su vez la idea del riesgo se refleja en problemas de desintegración social, familiar, el estrés laboral y una serie de desórdenes de salud derivados del ritmo de vida acelerado por las exigencias de un orden cada vez más explotador de la gente que trabaja.
En este escenario es indispensable reflexionar y cuestionar los paradigmas y valores imperantes que están llevando a las sociedades a deshumanizarse. Desde la juventud tenemos la posibilidad de repensar y construir nuevos paradigmas, recogiendo el legado de corrientes como el humanismo y el socialismo, que nos plantean una forma de relación cooperativa de los individuos en la sociedad, una relación más horizontal y participativa con el Estado, más redistribución de la riqueza promoviendo justicia social, y una economía y producción en armonía con el medio ambiente. Si no recuperamos nuestra capacidad de pensar y actuar críticamente, estaremos condenados a ser actores pasivos o meros espectadores de la espiral autodestructiva en la que estamos inmersos.
(13-01-09)
miércoles, 14 de enero de 2009
sábado, 10 de enero de 2009
La izquierda peruana en el gobierno
Ante el reto de construir la alternativa socialista al capitalismo
Por Luis Gárate*
Entre las nociones básicas de la teoría marxista encontramos que el criterio de verdad y de validación de una propuesta política es la práctica, no solo en el marco de la lucha política y social más, sobre todo, en la experiencia de gobierno y administración del poder.
Por Luis Gárate*
Entre las nociones básicas de la teoría marxista encontramos que el criterio de verdad y de validación de una propuesta política es la práctica, no solo en el marco de la lucha política y social más, sobre todo, en la experiencia de gobierno y administración del poder.
En ese sentido la izquierda peruana acumuló una vasta experiencia desde gobiernos regionales y locales en los años 80, pero que se perdió en gran medida por la disolución del frente Izquierda Unida y gestiones que no llegaron a sentar las bases para un cambio radical.
Desde la victoria de Alfonso Barrantes para la alcaldía de Lima Metropolitana en los 80, se sucedieron importantes victorias izquierdistas en municipios de gran importancia como San Juan de Lurigancho, San Juan de Miraflores, Comas, San Martín de Porras, Villa María del Triunfo, Villa el Salvador, Ate Vitarte, El Agustino, entre otros.
Ese triunfo fue el resultado de años de lucha y organización de los partidos de izquierda junto a los trabajadores y el pueblo organizado por conseguir un pedazo de suelo donde construir su vivienda, por servicios básicos y condiciones de vida digna.
De esa manera desde la Municipalidad de Lima, pasando por importantes gobiernos como el de Comas hasta llegar a poblaciones de provincias como Ayabaca en Piura o Ilo en Moquegua, la izquierda llevó la marca de la participación y organización popular para desarrollar las obras públicas, para la gestión del gasto y por el despliegue de programas sociales que atendiesen a los más necesitados.
Uno de los ámbitos donde más destacó la izquierda fue sin duda el la planificación urbana y el desarrollo de la ciudad, caracterizados por procesos de planificación participativa, de autoconstrucción de vivienda, de autogestión que se expresaron el amplio desarrollo de asentamientos humanos. Asimismo se implementaron programas asistenciales como el Vaso de Leche para atender a los niños de las familias más humildes y políticas de acceso a la cultura como los Populibros.
Sin embargo la izquierda no pudo romper con los marcos del sistema y en gran medida cayó en los vicios del poder que tanto se criticaban a la derecha y el aprismo: estilo caudillista, repartija de cargos, actos de corrupción que derivaron en deserciones e importantes representantes de la izquierda pasando a las filas de movimientos electorales coyunturales, incluyendo el fujimorismo.
Tras muchos años de dispersión y alejamiento de gestiones políticas, a fines de los 90 hasta la actualidad se han desarrollado experiencias como la del alcalde socialista Wilbert Rosas en el distrito de Limatambo y luego en la provincia de Anta en Cusco, que se basan en el presupuesto participativo y la gestión política transparente con el control comunal.
Militantes comunistas y del Movimiento Nueva Izquierda hoy conducen o participan de gestiones como el Gobierno Regional de Pasco y de algunos municipios distritales del interior del país. Es sin duda una oportunidad extraordinaria para desarrollar experiencias exitosas y mostrar lo que puede hacer una gestión popular como base del nuevo Estado por el que luchamos.
A mediados del 2008 se anunció que se reubicaría toda la ciudad de Cerro de Pasco con cerca de 65 mil habitantes a una nueva localidad debido a los elevados índices de contaminación ambiental existentes por la explotación minera.
Es una oportunidad para que desde el gobierno regional se elaboren iniciativas creativas y se impulse una ciudad modelo basada en la gestión democrática y participativa, con tecnologías sustentables como el saneamiento ecológico vinculadas a la producción, y se construyan viviendas con criterios solidarios, recogiendo experiencias como el cooperativismo de vivienda uruguayo de FUCVAM (Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua), sustentado en el principio de ayuda mutua, autogestión, propiedad colectiva y una visión integral de la vida en comunidad.
Se trata de ir construyendo alternativas de cambio radical desde todos los espacios de gobierno e ir sentando las bases de un nuevo poder y el socialismo, construyendo una forma de vida alternativa al capitalismo. De lo contrario la izquierda estará condenada, como en el pasado, a desarrollar experiencias movilizadoras pero que se pierden en el tiempo, y al final terminan reproduciendo las estructuras del sistema, pues favorecen a los intereses del mercado y destruyen el medio ambiente.
(09- 01- 09)
*Periodista y militante de la Juventud Comunista del Perú- Patria Roja
viernes, 9 de enero de 2009
Avances y retos del trabajo estudiantil
Tras la victoria de una lista liderada por militantes comunistas en San Marcos
Por Luis Gárate
La reciente victoria de una lista de estudiantes liderada por militantes de la Juventud Comunista del Perú- JotaCé en el Centro Federado de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, muestra las posibilidades de reconstrucción de un movimiento e invita a la reflexión sobre las perspectivas del trabajo de representación estudiantil.
Para las filas comunistas es un gran avance el retomar la conducción de un espacio gremial en la principal universidad pública de nuestro país, y en la cual, tras la presencia del intervencionismo militar y el miedo, han emergido y propagado corrientes anarquistas, de ultraizquierda o las simplemente oportunistas. Sin embargo esta victoria debe conllevar a la militancia comunista y de izquierdas a evaluar las experiencias en la representación gremial y cómo esta se vincula al quehacer político, no quedándose en el activismo reivindicativo ni tampoco en la instrumentalización del espacio.
En primer lugar cabe señalar que la representación estudiantil es un espacio donde se destacan los líderes estudiantiles en la medida que ejercen de manera eficiente la representación, es decir el poder canalizar la principales inquietudes y problemáticas de los estudiantes. En ese sentido es necesario recalcar la naturaleza de frente único en el gremio, estando por encima los derechos estudiantiles a las diferencias políticas. Es decir, los líderes destacan en la medida en que defienden consecuentemente los derechos de los estudiantes y puedan llevar sus reivindicaciones y sus luchas a conseguir éxitos en sus demandas.
Algunos activistas creen, sin embargo, que destacan los que llevan a cabo los discursos más incendiarios o las acciones más violentas. Por supuesto que no se trata solo de quedarse en el ámbito reivindicativo, es necesario que una buena conducción del gremio estudiantil busque el perfeccionamiento académico, la proyección social, la recreación y la cultura, a través de actividades extracurriculares y de acercar a los estudiantes de la especialidad a los procesos sociales, como la lucha de los trabajadores, los derechos humanos, la defensa del medio ambiente, la lucha por los derechos y la participación de la juventud en espacios de decisión, entre otros.
Si bien el trabajo en el movimiento estudiantil es un trabajo de frente único, la lucha de ideas es una tarea necesaria y constante en este espacio, pues la defensa y reivindicaciones de los estudiantes pasan también por una visión de modelo educativo y sobre la relación de la educación con los otros sectores de la sociedad.
En esa línea es indispensable que la labor de los militantes comunistas sea promover el estudio y debate ideológico a partir de las aspiraciones y perspectivas concretas de la especialidad académica. Tal es el caso de especialidades como el Derecho y la Ciencia Política, en las que es necesario abrir un profundo debate con las tradiciones y corrientes liberales y conservadoras que se plasman en la doctrina, los enfoque teóricos y la normatividad vigente.
Ese debate ideológico se debe plasmar también en relación a otros procesos de la realidad, pues los estudiantes se preparan para ser profesionales en el marco de la globalización capitalista, con un mercado laboral cada vez más competitivo, que exige cada vez más especialización y además en una creciente precarización de las condiciones de trabajo.
Una tarea central de los comunistas es recuperar la universidad como un espacio natural para hacer política, para la sana disputa por la conducción gremial, para el debate ideológico y programático, en especial frente a la derecha académica imperante, pues lamentablemente en algunos espacios la disputa se reduce a las disputas de cuotas de poder con grupos aventureros con ropajes de izquierda que solo buscan subsistir de prebendas y corruptelas en la conducción gremial.
Sin duda es necesario hacerle frente a corrientes deformadas que buscan irrogarse la representación del campo popular, como es el caso del senderismo, caracterizado por su radicalismo verbal, su violentismo exacerbado, su dogmatismo y esquematismo de propuestas, que empobrecen el debate ideológico, académico y programático y solo pueden conducir al movimiento estudiantil a su aislamiento de la lucha de clases y de la influencia social.
Esta victoria de la lista de estudiantes comunistas y progresistas en San Marcos es un importante paso en un proceso mayor, el de reconstruir una federación de estudiantes sanmarquinos, la Federación de Estudiantes del Perú- FEP y un movimiento estudiantil amplio, democrático y con pensamiento crítico, que aporte a un debate mayor para construir un Proyecto Educativo Nacional y el proyecto de país democrático y participativo al que queremos aportar los comunistas. (14 -12 - 08)
Debilidades y salidas del movimiento popular peruano
El golpe de timón que se necesita
Por Luis Gárate
La asistencia de más de seiscientos delegados de todo el país que acudieron a la sesión de instalación de la Asamblea Nacional de los Pueblos, el pasado 8 de noviembre, refleja un avance cuantitativo en la centralización del movimiento popular, pero también invita a pensar en la perspectiva cualitativa del espacio.
Fue un encuentro que se caracterizó por su diversidad y por un espíritu combativo, pero también por la repetición de esquemas que cada vez más reflejan la creciente distancia del discurso y la acción política de la vida social y de las necesidades de la población.
Ante esta situación no podemos cerrarnos al debate, sino considerar la complejidad de tendencias que impone la globalización, que aumenta la precariedad de la vida material, individualiza más la dinámica social, sectorializa las demandas y aleja a los ciudadanos -en especial a los jóvenes- de la actividad política.
Sin duda hay mucho todavía que decir y hacer ante un escenario donde la lucha de clases se agudizará en nuestro país, frente a un modelo económico que alienta la privatización, el ingreso de grandes capitales trasnacionales y que tiende a concentrar la riqueza en pocas manos. En lo político, las clases dominantes buscan afirmar un régimen intolerante y autoritario, agudizando la represión de la lucha social, como lo evidencian las campañas de intimidación del líder nacionalista Ollanta Humala y a los dirigentes comunistas frente a la realización del foro APEC.
En ese contexto es necesario que las fuerzas de izquierda y populares afinemos la estrategia unitaria y ampliemos el espectro de acción, pasando por la movilización social, fortaleciendo el papel de vanguardia de la clase trabajadora, alentando la lucha de ideas y el trabajo mediático que debe realizarse de manera más sistemática en espacios públicos, así como en universidades, sindicatos, instituciones civiles, organizaciones sociales de base, entre otras. Esta es la única forma de empezar a revertir el inmovilismo y la dispersión reinante.
Por Luis Gárate
La asistencia de más de seiscientos delegados de todo el país que acudieron a la sesión de instalación de la Asamblea Nacional de los Pueblos, el pasado 8 de noviembre, refleja un avance cuantitativo en la centralización del movimiento popular, pero también invita a pensar en la perspectiva cualitativa del espacio.
Fue un encuentro que se caracterizó por su diversidad y por un espíritu combativo, pero también por la repetición de esquemas que cada vez más reflejan la creciente distancia del discurso y la acción política de la vida social y de las necesidades de la población.
No faltaron los debates interminables, la repetición de discursos que fueron más bien declaraciones de intenciones y de perspectivas ideológicas, que propuestas concretas sobre como construir una alternativa real para las mayorías del país.
Otro rasgo del evento fue la poca afluencia de jóvenes. Se pudo apreciar la presencia de los principales militantes de las juventudes de los partidos, pero en general prevaleció una presencia mayoritaria de activistas y dirigentes de años 70 y 80.
No se trata de atizar una confrontación generacional, sino de tener clara la impostergable tarea de la formación de nuevos cuadros y referentes que permitan ir refrescando los estilos y ampliando las perspectivas del movimiento popular.
Para los jóvenes comunistas que participamos de esta sesión quedó claro que el tema de fondo no pasa por imponer cuotas sectoriales, ya sea por criterio de género o de edad, sino del debate de ideas, de posiciones políticas y por una forma de conducción.
Otra de las principales tareas que se desprenden del evento es la necesidad de fortalecer la estructura partidista, reforzando el debate programático en las bases de cara a las organizaciones sociales y la ciudadanía, y con especial énfasis en el trabajo con jóvenes.
Algunas de las propuestas que se desprendieron fue la necesidad de una comisión que trabaje una nueva constitución política, que implica necesariamente una profunda reflexión y debate sobre el nuevo diseño institucional del Estado por el que apostamos.
Demandas de unidad y lucha, que requieren aún mayor coherencia y que se exprese en organización e influencia política. Como sugiere el periodista Gennaro Carotenuto para describir la crisis de la izquierda en Italia, nuestro país también puede estar viviendo los efectos de la pospolítica, donde los partidos políticos retroceden como actores principales frente a movimientos mucho más localistas y reivindicativos.
Ante esta situación no podemos cerrarnos al debate, sino considerar la complejidad de tendencias que impone la globalización, que aumenta la precariedad de la vida material, individualiza más la dinámica social, sectorializa las demandas y aleja a los ciudadanos -en especial a los jóvenes- de la actividad política.
Sin duda hay mucho todavía que decir y hacer ante un escenario donde la lucha de clases se agudizará en nuestro país, frente a un modelo económico que alienta la privatización, el ingreso de grandes capitales trasnacionales y que tiende a concentrar la riqueza en pocas manos. En lo político, las clases dominantes buscan afirmar un régimen intolerante y autoritario, agudizando la represión de la lucha social, como lo evidencian las campañas de intimidación del líder nacionalista Ollanta Humala y a los dirigentes comunistas frente a la realización del foro APEC.
En ese contexto es necesario que las fuerzas de izquierda y populares afinemos la estrategia unitaria y ampliemos el espectro de acción, pasando por la movilización social, fortaleciendo el papel de vanguardia de la clase trabajadora, alentando la lucha de ideas y el trabajo mediático que debe realizarse de manera más sistemática en espacios públicos, así como en universidades, sindicatos, instituciones civiles, organizaciones sociales de base, entre otras. Esta es la única forma de empezar a revertir el inmovilismo y la dispersión reinante.
Diciembre 2008
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