domingo, 18 de octubre de 2009

Alan, del entreguismo al pacifismo

García pide Pacto de no agresión, mientras entrega el país al gran capital

Por Luis Gárate
17-10-09

Más allá del pedido de Alan García de firmar un Pacto de no agresión en Sudamérica, el tema del armamentismo en nuestra región ciertamente cobra notoriedad. A pesar de ser uno de más bajos del mundo, el gasto regional alcanzará este año los 50 mil millones de dólares, frente a los 39 mil 900 millones del 2007.

América del sur destina el 1,74 por ciento de su PBI al gasto en defensa, porcentaje que es el menor del mundo a nivel regional, por debajo de los países de la OTAN (EEUU, Canadá y Europa), Rusia, China, Asia Central, Lejano y Cercano Oriente y África.

Recientes informaciones refieren que Brasil se ha embarcado en proyectos de de adquisiciones y cooperación militar por más de 6700 millones de euros con Francia. La administración Lula busca apuntalar cada vez más su papel de potencia líder de la región, respaldada en su capacidad defensiva. Brasilia ha explicitado que se trata de la defensa de sus importantes yacimientos petroleros, gasíferos y de la amazonía.

Colombia es uno de los países que más gasta en defensa y en especial con la cooperación de los Estados Unidos, con el pretexto de la lucha antidrogas. Gastó 6 mil 568 millones de dólares en el 2008

Por su parte Chile invirtió 4 mil 778 millones de dólares en gasto militar, gracias al respaldo del canon del cobre. Así lidera el gasto militar per capita de la región.

Venezuela por su parte ha incrementado su gasto en defensa con un presupuesto de 4,139 millones de dólares en 2009, en especial con la adquisición de equipos militares a la Federación Rusa. El comandante Chávez ha señalado varias veces que el armamentismo colombiano y la presencia de bases yanquis en esas tierras son una clara amenaza a la República Bolivariana. Ecuador y Bolivia por su parte también están realizando compras de aviones y helicópteros para potenciar sus fuerzas armadas.

Se podría hablar de una suerte de escalada armamentista en la región. No han faltado incluso los que hablan de la configuración de una nueva Guerra Fría, con dimensiones ideológicas, políticas y militares. Resulta necesario entonces analizar cuales son las motivaciones que están haciendo que los estados sudamericanos están reforzando sus aparatos militares.

La creciente militarización de Colombia y las instalación de 7 nuevas bases norteamericanas se explica bajo el pretexto de una infructuosa lucha contra el narcotráfico, que busca exterminar a las fuerzas guerrilleras de las FARC-EP y el ELN. En los otros casos como Brasil, Chile o Venezuela, arguyen la necesaria renovación de equipos.
Este escenario nos muestra que a pesar de que nuestro continente no es una prioridad para los intereses imperialistas de Estados Unidos, no dejan de considerarnos su patio trasero y de acrecentar sus instrumentos de intimidación a los gobiernos alternativos.

Mientras tanto en nuestro país persiste la tensión diplomática con Chile en relación al diferendo marítimo y la presentación de la demanda en la Corte internacional de la Haya. Frente a esto la capacidad militar peruana se muestra muy por debajo de la del vecino del sur. En el frente interno, la situación de violencia interna generada por el narcotráfico y rezagos del terrorismo son un claro desafío a la seguridad interna.

El presupuesto peruano en defensa del 2009 se proyectó a los 4,517 millones de soles. (1.5 por ciento del PIB), habiendo sido el 2008 de cerca de 4,160 millones de soles. La mayor parte se destina al gasto corriente (cerca del 70 por ciento) y a financiar el Núcleo Básico Eficaz, una conjunción coordinada de los 3 institutos armados para asegurar la capacidad militar básica para la defensa nacional.

Las cifras de gastos en armas nos dicen algo. Los estados siguen considerando el gasto militar como parte del equilibrio de poder y de su protagonismo en la arena internacional. Este tema nos lleva a reflexionar sobre lo actores en el sistema internacional y en especial el rol que juegan los estados que buscan tener un determinado posicionamiento a partir de sus gastos en el sector defensa. Según los enfoques más relevantes en las relaciones internacionales, como el realismo, los estados buscan acrecentar y defender su poder expresado especialmente en su capacidad militar.

El tema de la defensa sin duda debe ser incorporado a la discusión programática de la izquierda y las fuerzas del cambio, considerando que la política de defensa también debe jugar un rol prioritario en la construcción del proyecto nacional alternativo al neoliberal. En esta propuesta se debe delinear claramente el control civil sobre la política de defensa, y de contar con los recursos para contar con las fuerzas disuasivas, capaces de asegurar nuestra soberanía y la defensa de nuestros recursos naturales frente a la voracidad de los capitales.

Nos queda claro que el llamado de Alan García resulta una paradoja más de su gobierno. Mientras se presenta como pacifista, promueve el ingreso indiscriminado del capital privado en sectores estratégicos en una concepción más amplia de la defensa: puertos como el caso de Paita, aeropuertos y el control de recursos claves como el gas y el agua, lo que resulta una afrenta a nuestra soberanía y la falta de una política de defensa integral, que contemple el control estatal de los recursos esenciales de la nación.

viernes, 2 de octubre de 2009

Más verdor en nuestra izquierda


Ante el calentamiento global, los conflictos socioambientales y una necesaria respuesta política

Por Luis Gárate
02-10-09

El cuidado del medio ambiente se trata de mucho más que un tema de moda, aunque para algunos medios y empresas así lo sea. Cada día que pasa nos convencemos más de que está en juego la supervivencia misma de la especie humana.

Es necesario recordar que el Perú, a pesar de ser uno de los países que produce menos emisiones de gases de efecto invernadero, es uno de los más vulnerables a los efectos del cambio climático. Esto se debe a la gran diversidad de climas y microclimas, a la fragilidad del equilibrio de nuestros ecosistemas, que dependen en gran medida de los afluentes ubicados en los glaciares andinos y del delicado equilibrio de recursos forestales e hídricos de la amazonía.

Debemos recordar que el calentamiento global, y la grave situación de vulnerabilidad de nuestro país, se deben al patrón de producción y motor de la economía basada en el uso intensivo de combustibles fósiles como el petróleo y sus derivados, con sus consiguientes emisiones de dióxido de carbono, gases y desechos tóxicos. Se suman la sobre explotación de recursos naturales que ha llevado al borde de la extinción a un gran número de especies de fauna y flora, y los desmedidos niveles de consumo, despilfarro energético y producción de desechos de la humanidad.

Es así que entre los especialistas de la Naciones Unidas y de los centros de investigación de los países industrializados ya se habla, desde algunos años, de otros modelos de desarrollo, como el sostenible y el uso de nuevas tecnologías que mitiguen o prevengan los efectos del calentamiento global.

Desde la izquierda política se ha ido incorporando una agenda ambiental. En los 60 emergieron grupos políticos con “agendas verdes” con diferentes grados de radicalidad en su ambientalismo. Estos se iniciaron en las luchas contra las armas nucleares y por tecnologías más limpias. En los últimos años han sido las izquierdas europeas las que han incorporado con fuerza la agenda ambiental. Los partidos comunistas también lo han hecho, aunque cabe recordar que en la industrialización de la ex Unión Soviética y en China Popular también se han causado serios daños ambientales.

Por esta razón podemos decir que la izquierda y los comunistas peruanos deben estar a la vanguardia de la lucha por el medioambiente. La radicalización del modelo neoliberal, encabezado por Alan García, se expresa en el creciente ingreso del gran capital en la lotización petrolera de la amazonía y en las concesiones mineras que afectan las fuentes de agua y las áreas agropecuarias de las comunidades campesinas. Por eso, la defensa del medioambiente pasa por la derrota del modelo neoliberal y del capitalismo salvaje.

Un emblemático caso actual que nos debe alarmar es el del megaproyecto de la represa de Inambari, en medio de la selva de Puno, Madre de Dios y Cusco. La represa, que tendría un tamaño equivalente a 10000 estadios nacionales, abastecerá de energía al Brasil, dejando menos del 50 por ciento para el Perú y a su vez una importante renta. Sin embargo provocará serios impactos ambientales, pues deforestará extensas áreas del Parque Nacional Bahuaja Sonene y desviará el río Inambari, afectando a cientos de familias, la fauna fluvial y todo el ecosistema de la zona.

Por otro lado tenemos casos como la minera Doe Run en La Oroya y el benigno trato que le da el gobierno, mientras se convierte en la ciudad más contaminada del mundo. La ciudad de Cerro de Pasco se prepara para trasladarse pues peligra ante la extensión de las tajos abiertos de la minería. Igual el gobierno sigue otorgando concesiones mineras, con la justa preocupación y rechazo de las poblaciones colindantes como el caso del proyecto Tía María, en Arequipa.

Las zonas urbanas y las grandes ciudades no se salvan. Encontramos concesiones mineras en ciudades como Lima, canteras arcillosas, áreas de fabricación de ladrillos, plantas cementeras, y fábricas en general que se encuentran en áreas de expansión urbana o muy cerca de las viviendas. Asimismo un sistema de transporte público ineficiente, un sistema de saneamiento colapsado con colectores que se vierten directamente al mar y no tratan las aguas para reutilizarlas en el riego de áreas verdes o cultivos. La dependencia limeña del Río Rímac es una seria amenaza, pues el paulatino derretimiento de los glaciares andinos afectará el abastecimiento hídrico y energético de toda la costa.

Si consideremos que estos preocupantes datos y proyecciones se ciernen como amenaza especialmente para los sectores más vulnerables del país, en especial los campesinos andinos, agricultores y nativos amazónicos y pobres urbanos, se hace indispensable tomar conciencia e incorporar con fuerza propuestas medioambientales en un programa nacional alternativo.

En esa línea, los sectores progresistas y comunistas peruanos debemos asumir la defensa del medio ambiente a través de amplias campañas ciudadanas y propuestas concretas, como el diseño de políticas públicas ambientales, el replanteamiento del Ministerio del medio ambiente que hoy está atado de manos, el empleo de nuevas tecnologías, incorporando así el enfoque sostenible al proyecto de transformaciones democráticas y socialistas por el que luchamos.