domingo, 5 de abril de 2009

Alan, la derecha y la conservación del modelo

Tras las declaraciones del presidente y las estrategias de la derecha
Por Luis Gárate

La maquinaria aprista ya inició la campaña electoral. Así lo demuestran las declaraciones de Alan García y voceros de su partido que son una muestra más de cómo los jefes apristas se ponen al servicio de las clases dominantes para garantizar no solo la elección de sus representantes, sino la continuidad del modelo económico neoliberal.

Mientras Alan García asistía la Reunión Anual de Jefes Ejecutivos de América Latina del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), que se realizó en el hotel Marriot, no tuvo mejor manera de quedar bien con la gran banca que decir: “…puedo garantizarle a todos los que quieran traer un centavo a este país, que ese centavo está garantizado por la estabilidad política que va a tener el Perú en los próximos 10 años. Esto es mi contribución al largo plazo de la poscrisis que va a haber”.

A lo que después añadió la ya célebre frase donde dijo que el presidente tiene un poder que puede evitar que sea presidente quien él no quiera, acotando que ya lo había demostrado. Posteriormente, en un evento masivo en Huánuco, García también señaló que luchará con todas sus fuerzas para que ningún “modelo primitivo” detenga el crecimiento económico.

Por su parte el vocero de la Célula Parlamentaria Aprista, Aurelio Pastor, anunció que su agrupación confrontará políticamente a quienes mantienen una línea política que “busca socavar la democracia y que no respeta la propiedad privada e inversiones”.

Para completar la lista de las declaraciones soberbias, Jorge del Castillo ha tenido el desparpajo de decir que tiene la “profunda convicción” de que el pueblo va a votar en el 2011 por lo que le garantice esta línea de crecimiento del país y que nadie va a votar por “saltos al vacío”.

Más allá de las declaraciones, queda muy claro que la dirigencia aprista no ceja en sus esfuerzos para blindar a sus nuevos aliados, los representantes del gran empresariado y las finanzas, con los TLC y otras iniciativas como las alianzas público- privadas del llamado “plan anticrisis”.

Por otro lado la maquinaria del partido de la estrella también está desplegando una ofensiva en los sectores populares, sabiendo que serán los principales afectados por la crisis capitalista mundial. Por un lado -como lo hemos señalado en artículos anteriores- están realizando visitas propagandísticas de entidades estatales con el Módulo Perú Crecer.

Entidades del gobierno como el Ministerio de vivienda, Ministerio de la mujer, SEDAPAL, COFOPRI, entre otros, convocan constantemente a las organizaciones sociales de base a eventos masivos para hacerles promesas de solución de problemas como servicios básicos, titulación, programas de vivienda, y para comprometerlos en las iniciativas de propaganda oficial.

Asimismo se están dictando normas como la ley de condonación de deudas del Banco de materiales y la ley de expropiaciones, que parecía tener objetivos sociales para el acceso al suelo de los más pobres, pero cuya posterior reglamentación es contradictoria, engañosa y que luego beneficiaría a intereses privados.

En el fondo la estrategia de la que se precian Alan García y los voceros del gobierno para asegurar la “continuidad del modelo”, más allá de preparar un fraude, consiste en asegurar el control de los sectores sociales. Mientras tanto afianzan por arriba grandes beneficios para empresas constructoras, transnacionales mineras e industrias extractoras, y exportadores, a través de procesos como las concesiones y privatizaciones de puertos y aeropuertos.

Frente a esto la respuesta de los sectores de izquierda y progresistas no puede ser solo prepararse para las elecciones. La unidad, en ese sentido, es un instrumento esencial para avanzar en construir la alternativa de cambio, pero si esta no se engrana a estrategias definidas y concretas de concientización y movilización social, difícilmente superarán al aprismo y la derecha que conservan como bastión las áreas urbanas. Mientras García se ufana de ser el verdadero “izquierdista” por hacer obras públicas para los más pobres, la izquierda realmente existente no está fortaleciendo su trabajo en los sectores populares urbanos.

En ese sentido resulta vital la tarea de educación política que juegan los maestros, y también la iniciativa que tengan los cuadros y militantes en la conducción de las demandas de los pueblos y los trabajadores.

Todavía hay un trecho por recorrer en el proceso unitario de la izquierda y el nacionalismo en las bases, y este pasa necesariamente por fortalecer la capacidad de propuesta programática, de relación con los ciudadanos en sus demandas concretas y en la renovación de liderazgos.

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