miércoles, 11 de febrero de 2009

Crisis estructural y programas sociales

Ante el aumento de las desigualdades y el clientelismo del Apra y la derecha

Por Luis Gárate*

En medio de los escándalos de corrupción y la agudización de la crisis financiera global, el gobierno aprista no ha tenido mejor idea que seguir la tradición de los gobiernos peruanos: tratar de apaciguar a los sectores populares ante el aumento de las brechas sociales, y en este caso a través del llamado Módulo Perú Crecer.

El promotor del programa ha resultado ser el ex ultra izquierdista Yehude Simon, que entre bombos y platillos presidió recientemente el lanzamiento del programa en asentamientos humano como Horacio Zeballos, del distrito de Ate Vitarte.

Peru Crecer es la coordinación de ministerios claves y sus respectivos programas para hacer más efectiva y más visible la acción del estado en los sectores más pobres de Lima metropolitana y el país.

Así sectores como el Ministerio de vivienda se presentan en las poblaciones a través del programa Agua para todos y COFOPRI, el sector salud, mujer y desarrollo social, trabajo, con sus programas temporales y de emergencia, entre otros.

En palabras de Simon, el programa tiene previsto atender a alrededor de un millón 700 mil personas de 662 asentamientos humanos ubicados en 15 distritos de Lima y Callao, y que en una segunda etapa se asistiría a las zonas de extrema pobreza en todas las regiones del Perú.

El gobierno celebra el haber elevado el presupuesto destinado a los programas sociales a 4300 millones de soles. Sin embargo, expertos como Carlos Aramburu señalan que los recursos no son suficientes, y precisó que el Perú tiene una de las inversiones sociales más bajas de Latinoamérica.

En la lista de inversiones también se destinarían 75 millones 700 mil soles para impulsar el Programa de Emergencia Social Productivo “Construyendo Perú” y el Programa de Capacitación Laboral Juvenil (Pro Joven).

Asimismo el ejecutivo ha lanzado, con una inversión total de 60 millones de soles, la campaña nacional de reforestación que generaría 128 mil puestos de trabajo en 18 departamentos del país y que ha sido coordinada por los ministerios de Trabajo y de Agricultura y por algunos gobiernos regionales como Huancavelica y Lima.

Ante se escenario, es indispensable que la izquierda y los sectores progresistas retomen su trabajo en los sectores populares, tanto a nivel de la organización de los trabajadores, como en los barrios y en asentamientos humanos.

Desde una crítica marxista, los programas sociales pueden ser vistos como estrategias a las acuden las clases dominantes para poder paliar temporalmente las inequidades propias del sistema capitalista.

Sin embargo pueden ser utilizadas desde otro enfoque en procesos de transformación social, como el caso venezolano. El gobierno bolivariano de Venezuela, encabezado por el presidente Chávez, se dio cuenta que transformar el Estado venezolano desde su raíces sería un proceso largo y complejo. Ante esto optaron por encauzar gran parte de los ingresos petroleros a programas que atiendan las principales necesidades de la población, pero con un enfoque de desarrollo de capacidades y de la conciencia política y ciudadana, que acompañe el gradual proceso de transformación del aparato público.

En el país el Apra busca armar un colchón clientelista frente a la crisis, mientras otros grupos políticos de derecha como Solidaridad Nacional y el PPC alistan sus equipos de tecnócratas y promotores para afianzar su influencia en los municipios que conducen en Lima y en provincias a través de procesos de capacitación y la ejecución de obras públicas.

Tanto el Apra, como lo hizo el fujimorismo en un momento y ahora la derecha que representa Luis Castañeda y Alex Kouri, se han convertido en expertos en el efectismo mediático y la manipulación de dirigentes sociales a través de obras de infraestructura básica como locales comunales, pavimentación, construcción de escaleras, vías de acceso y de áreas deportivas.

Por su parte, si la izquierda peruana pretende ser una opción de gobierno tiene que contar con estrategias claras de contacto con la población, como puede ser a través de la asesoría de las organizaciones sociales, la orientación en temas técnicos y legales, el trabajo sistemático para organizar y orientar a la juventud, entre otros.

Si la izquierda fue abanderada en un momento de promover programas asistenciales como el Vaso de leche y los comedores populares, y que luego se perdieron en el camino ante una crisis de conducción y la falta de una perspectiva de cambio radical, ahora le corresponde construir nuevos frentes de resistencia y organización popular, corrigiendo sus pasivos con una actuación democrática, eficiente y denunciando la manipulación.

Solo así, a través de acciones concretas de influencia social, promoviendo espacios participativos y democráticos, podremos disputar las gestiones que el Apra y la derecha consiguen a través del clientelismo, la corrupción y la demagogia.
(28-01-09)

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