Sobre la victoria del FMLN en El Salvador y algunos sondeos en el Perú
Por Luis Gárate
17-03-09
La victoria del candidato izquierdista Mauricio Funes en las elecciones de El Salvador constituye una reafirmación en el proceso de integración regional de América Latina, y como una muestra más de la crisis del modelo neoliberal y la aspiración de nuestros pueblos a la justicia social.
Algunos elementos para entender la victoria de la izquierda salvadoreña pasan por el agotamiento en el poder del derechista partido Arena, la carismática personalidad del periodista Funes y la creciente acumulación política del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional- FMLN desde gobiernos locales y el parlamento.
El discurso central de la campaña del FMLN estuvo marcado por las ideas fuerza de un “cambio seguro” y de la verdadera “reconciliación nacional” en un contexto polarizante donde, desde la derecha y los medios, la principal acusación a Funes fue de ser cabecera de playa del “proyecto continental chavista”.
Resulta comprensible el discurso del FMLN en este contexto. En un país desangrado por décadas de guerra civil y gobiernos autoritarios de derecha, es necesario aglutinar a sectores más amplios de la sociedad para conducir un proceso de cambios estructurales de mediano y largo plazo.
La izquierda peruana ve con júbilo este y todos los avances en el nuevo mapa político regional, pero no parece estar muy esclarecida en sus estrategias. Los espacios de la Coordinadora Político Social y la Asamblea Nacional de los Pueblos no parecen cuajar aún como instrumentos de acumulación y centralización del movimiento popular.
Por otro lado la tan comentada –pero aún no concreta- unidad con el nacionalismo no se vislumbra en las bases. Se escucha, tras bambalinas, sobre un frente electoral promovido por el PNP para los comicios regionales y municipales.
No cabe duda que estamos entrando en una coyuntura con elementos particulares que debería permitir mayores puntos de encuentro entre la izquierda y el nacionalismo: el cómo enfrentar las consecuencias de la crisis capitalista, la firma indiscriminada de TLCs con países como Chile, la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores y los pueblos, la defensa de los recursos naturales y el medio ambiente, la necesaria campaña contra la mafia y el fujimorismo que quieren impunidad para el dictador y posicionar a su hija Keiko para el 2011, entre otros.
Las recientes encuestas en nuestro país revelan la posición casi empatada y de punta de los candidatos Luis Castañeda y Keiko Fujimori, y como Ollanta Humala y Keiko se disputan las intenciones de voto en los sectores populares (llamados por las encuestadoras D y E).
Parte de la izquierda puede considerar a Ollanta Humala como el principal candidato a liderar una alternativa popular, pero sabemos que faltan más definiciones en el perfil político y en las posiciones del comandante y de su organización. Pareciera que Ollanta hace poco por perfilarse en la línea de Hugo Chávez, Rafael Correa o Mauricio Funes.
Otras voces proponen a posibles candidatos como el padre Marco Arana, conocido defensor de las comunidades campesinas y del medio ambiente. Como dicen, como una fórmula para una negociación en mejores términos con el nacionalismo.
Más allá de cierta desesperación en algunos espacios por encontrar candidatos y por lograr puestos preferentes en la elaboración de listas, estamos llamados a fortalecer nuestras filas, promoviendo nuevos liderazgos, priorizando la formación de cuadros y la elaboración programática sobre los problemas reales de la gente para poder enfrentar con firmeza al populismo aprista, la derecha y la mafia fujimorista. En ese camino el reto es ir forjando la verdadera unidad con las fuerzas nacionalistas y progresistas que quieren el cambio radical en nuestro país, y que permita apuntalar el nuevo bloque latinoamericano.
Por Luis Gárate
17-03-09
La victoria del candidato izquierdista Mauricio Funes en las elecciones de El Salvador constituye una reafirmación en el proceso de integración regional de América Latina, y como una muestra más de la crisis del modelo neoliberal y la aspiración de nuestros pueblos a la justicia social.
Algunos elementos para entender la victoria de la izquierda salvadoreña pasan por el agotamiento en el poder del derechista partido Arena, la carismática personalidad del periodista Funes y la creciente acumulación política del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional- FMLN desde gobiernos locales y el parlamento.
El discurso central de la campaña del FMLN estuvo marcado por las ideas fuerza de un “cambio seguro” y de la verdadera “reconciliación nacional” en un contexto polarizante donde, desde la derecha y los medios, la principal acusación a Funes fue de ser cabecera de playa del “proyecto continental chavista”.
Resulta comprensible el discurso del FMLN en este contexto. En un país desangrado por décadas de guerra civil y gobiernos autoritarios de derecha, es necesario aglutinar a sectores más amplios de la sociedad para conducir un proceso de cambios estructurales de mediano y largo plazo.
La izquierda peruana ve con júbilo este y todos los avances en el nuevo mapa político regional, pero no parece estar muy esclarecida en sus estrategias. Los espacios de la Coordinadora Político Social y la Asamblea Nacional de los Pueblos no parecen cuajar aún como instrumentos de acumulación y centralización del movimiento popular.
Por otro lado la tan comentada –pero aún no concreta- unidad con el nacionalismo no se vislumbra en las bases. Se escucha, tras bambalinas, sobre un frente electoral promovido por el PNP para los comicios regionales y municipales.
No cabe duda que estamos entrando en una coyuntura con elementos particulares que debería permitir mayores puntos de encuentro entre la izquierda y el nacionalismo: el cómo enfrentar las consecuencias de la crisis capitalista, la firma indiscriminada de TLCs con países como Chile, la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores y los pueblos, la defensa de los recursos naturales y el medio ambiente, la necesaria campaña contra la mafia y el fujimorismo que quieren impunidad para el dictador y posicionar a su hija Keiko para el 2011, entre otros.
Las recientes encuestas en nuestro país revelan la posición casi empatada y de punta de los candidatos Luis Castañeda y Keiko Fujimori, y como Ollanta Humala y Keiko se disputan las intenciones de voto en los sectores populares (llamados por las encuestadoras D y E).
Parte de la izquierda puede considerar a Ollanta Humala como el principal candidato a liderar una alternativa popular, pero sabemos que faltan más definiciones en el perfil político y en las posiciones del comandante y de su organización. Pareciera que Ollanta hace poco por perfilarse en la línea de Hugo Chávez, Rafael Correa o Mauricio Funes.
Otras voces proponen a posibles candidatos como el padre Marco Arana, conocido defensor de las comunidades campesinas y del medio ambiente. Como dicen, como una fórmula para una negociación en mejores términos con el nacionalismo.
Más allá de cierta desesperación en algunos espacios por encontrar candidatos y por lograr puestos preferentes en la elaboración de listas, estamos llamados a fortalecer nuestras filas, promoviendo nuevos liderazgos, priorizando la formación de cuadros y la elaboración programática sobre los problemas reales de la gente para poder enfrentar con firmeza al populismo aprista, la derecha y la mafia fujimorista. En ese camino el reto es ir forjando la verdadera unidad con las fuerzas nacionalistas y progresistas que quieren el cambio radical en nuestro país, y que permita apuntalar el nuevo bloque latinoamericano.